EL SEÑOR DE LAS SOMBRAS (Biografía no autorizada de Alvaro Uribe) 1 | Page 174
latinoamericanos o de un despliegue del Ejército colombiano hacia
el extranjero. ¿Entonces?, debió preguntarle alguien. Y él
respondió que la misión de los militares en nuestros países era
“prepararse para una guerra de guerrillas, ya que “si el presidente
(Eisenhower y Khruschev) eran capaces de mantener la paz, los
comunistas utilizarían a terceros para fomentar el conflicto,
incluyendo la actividad de guerrillas en las áreas débiles del
mundo”. El asunto, sobra decirlo, resultó profético. “El
Departamento de Estado - sigue la cita de Wolf - tenía la misma
idea. El comunicado añade que "aunque las bandas de la guerrilla
no pueden describirse como controladas en un ciento por ciento
por los comunistas, estos manejan unas cuantas y han infiltrado
otras. La situación general puede explotar peligrosamente si los
comunistas deciden volver a utilizar la violencia”. De ahí que la
conclusión de Wolf sea certera: “en Colombia el programa contra
la insurrección comenzó más temprano que la insurrección
misma”.
La vida en los aviones es monótona. Cuando los pasajeros acaban
de devorar la comida de plástico que les sirven, hay siempre un
momento de silencio. El ruido de las turbinas se oye entonces
entre paréntesis, y su única razón de ser es la de servir de fondo a
las exclamaciones de asombro de un niñito de pocos meses que
juega en las rodillas de su madre. Hay algo de bienestar en la
penumbra que todavía no requiere de luces. Alguna mujer lee bajo
la lamparilla, otra conversa con su marido, un hombre se levanta
para estirar las piernas, pero nada perturba esa cierta placidez del
ambiente, que adormece. Lo que había que hacer se hizo, y se
hizo hasta lo imposible. Entonces el dique contenido de palabras,
pensamientos, afectos y emociones se rompe súbitamente, y el
espacio estrecho en el que competían adquiere la placidez de una
llanura. Ese es el momento para dormir sin pesadumbres ni
arrepentimientos. Ya vendrá lo que habrá de venir, que será duro,
el desarraigo, la pobreza, la lucha por la vida. Pero ese será el
capítulo de mañana. El de hoy, el de este momento, tiene que ver
con el hecho de haber dejado atrás las nubes negras de la
tormenta, el de encontrar cómo hay una cierta tranquilidad en los
visos que deja el sol sobre los espaldares. Sé bien que aquí no hay
un sueño: hay una duermevela, en la que me veo a mí mismo
como un nuevo personaje de Alicia, al que efectivamente decapitó
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