EL SEÑOR DE LAS SOMBRAS (Biografía no autorizada de Alvaro Uribe) 1 | Page 169

después de que los primeros se hayan puesto a salvo. Entonces entran los batallones y el comandante declara que el crimen no quedará impune y que se iniciará una investigación exhaustiva. No es función del comandante hacer ese anuncio, claro está. Pero es que esa es una tercera característica del país más extraño del mundo: entre nosotros los comandantes hablan de todo un poco, dominan cualquier tema, y tienen una opinión formada sobre cada asunto, grande o pequeño, que expresan en voz alta sin pararse en pelillos. El día declina. Mientras Manuela se entretiene con su gameboy atisbo por la ventanilla de la izquierda. Para ello debo atravesar la espesa cortina de piernas, torsos y sánduches de mis vecinos. Desde hace años el paisaje en Colombia ya no es el mismo. Antes estaba hecho de vacas y de hortalizas, y las grandes plantaciones eran siempre de productos necesarios para un buen desayuno, café, azúcar, árboles frutales. Ahora no. En mi equipaje llevo también un estudio de Ismael Roldan (Universidad Nacional, revista de la Facultad de Medicina, 2000, páginas 77-88), en el que encontré una explicación de la que tendré que echar mano una y muchas veces. “Desde los años 80 - escribe él -, los dineros del tráfico se emplearon en muchas regiones de Colombia para comprar tierras. En la adquisición de varios millones de hectáreas, los traficantes vieron no sólo una manera de invertir dineros ilícitos, sino una oportunidad de inserción en la sociedad local. Cuando se encontraron en esas áreas con la presencia de los grupos guerrilleros, promovieron y financiaron la formación de grupos armados para combatirlos. Fue en la confrontación rural entre los nuevos hacendados y los guerrilleros donde se gestaron las fuerzas irregulares que hoy azotan la vida rural de la mayor parte de Colombia. Paramilitares, como se les conoce actualmente, y guerrilleros, ambos, se han nutrido de los dineros del narcotráfico y fue este el que proveyó las condiciones financieras, técnicas y de debilitamiento institucional para que el conflicto colombiano escalara hasta el punto actual”. Ahí están todos los elementos del desastre. Los elementos del desastre, como el libro de Mutis, ¿de Mutis?, que no son los elementos de mi propio desastre. El primer elemento de mi desastre es mi mala memoria. Sin mi biblioteca a mano dudaré de 169