una energía considerable para que entienda perfectamente que es él el responsable de esta ruta y que es un hombre de Justicia.“- ¿ Me explico?“- Claro que sí, perfectamente.“- ¿ Tú crees que entiende?“- Sí, jefe, parece que entiende.“ La verdad es que cada vez le veo más excitado. Con nervios.“- La injusticia me vuelve loco, loco. Le pongo otro ejemplo. El ELN. Las negociaciones con el ELN. Y esa idea de darles también a ellos una zona. ¿ Cómo es posible que Pastrana, el presidente Pastrana, pueda pensar en entablar negociaciones con el ELN, que es una organización de secuestradores, asesinos y torturadores?“ Le hago caer en la cuenta de que su organización practica, también ella, los atentados ciegos contra los civiles y, sobre todo, contra los sindicalistas, esta misma semana, sin ir más lejos. Se sobresalta.“- ¿ Atentados a ciegas nosotros? Jamás. Siempre hay una razón. Los sindicalistas, por ejemplo. Impiden trabajar a la gente. Por eso los matamos.“- ¿ Y el jefe de los indios de Alto Sinú? ¿ También impedía trabajar a la gente el pequeño jefe indio que había bajado a Tierra Alta?“- La presa, impedía el funcionamiento de la presa.“- ¿ Y el alcalde? Me dijeron en Tierra Alta, cuando hacía la ruta de Quebrada Nain que, justo antes de las elecciones, las Autodefensas asesinaron al alcalde.“- Lo de los alcaldes es otra cosa. Nuestro trabajo consiste en llevar el poder a los representantes del pueblo. Cuando hay alguien en Córdoba que se obstina en querer presentarse en contra de nuestra voluntad, le amenazamos. Es verdad, le mandamos una advertencia, como es normal.“- Sí, pero a este alcalde en concreto no sólo lo amenazaron, sino que lo mataron...“- Porque robó dos millones a la ciudad. Y, después, acusaba a otros. Hacía recaer en otros la responsabilidad de sus robos. Corrupción y mentira juntas. Era demasiado. Por eso hubo que ser implacable. Y además...“ Se toma un respiro. Después, con una voz estridente, casi femenina y como si estuviese en posesión de la irrefutable prueba de la culpabilidad del alcalde, añade:“- Además, llevaba un chaleco antibalas. Así de simple.“ La conversación dura dos horas y siempre en este tono. Castaño habla tan rápido ahora, con una voz tan aguda, que me tengo que inclinar cada vez más a menudo hacia mi compañero, para que me repita lo que ha dicho. Habla del presidente Pastrana, al que respeta, pero que no le respeta y eso le desespera. De Castro, que ha castrado a su pueblo, y esta imagen le hace reír con una risa de demonio. De todos esos
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