EL SEÑOR DE LAS SOMBRAS (Biografía no autorizada de Alvaro Uribe) 1 | Page 101
El avance paramilitar durante la gestión de Uribe fue dramático. En
Mi confesión (Castaño, 2001, página 222), el jefe de las
autodefensas reconoce que hacia 1994 “apenas entraban” al
Urabá. Y luego dice: “Los momentos más violentos se comenzaron
a vivir en 1995 y 1996, cuando la guerra entre las FARC y el EPL
se recrudeció. Las Autodefensas aprovecharon este conflicto y
ejecutaron selectivamente a individuos colaboradores de las FARC
y el EPL, prolongándose el enfrentamiento militar entre ambas
guerrillas y nosotros hasta la extinción del EPL. Las guerras no son
limpias y ninguna puede serlo... La degradación del conflicto
alcanzó el máximo al hacerse excesivas las masacres. Se
provocaban como carambolas, un golpe incitaba otro golpe. Cada
fin de semana los grupos armados nos contestábamos entre sí
con ejecuciones masivas de colaboradores o simpatizantes...
Aquella época fue terrible para mí como persona y comandante.
Se vivía una guerra de una orda (sic) contra otra orda (sic), bestias
contra bestias. Confieso que no era capaz de ver los noticieros y
creo que allí fallecieron tanto inocentes como culpables”. Luego,
Mauricio Aranguren, quien hace la entrevista, le lee al paramilitar
las cifras de la violencia en Urabá: “Durante 1995 en Urabá los
actores armados realizaron seis masacres con un saldó de 86
muertos. Además, se presentaron 952 asesinatos en casos
aislados, inferiores a cinco individuos. La serie de masacres
comenzó después de que la guerrilla de las FARC asesinara a seis
personas, entre ellas dos soldados vestidos de civil en Apartado.
Los paramilitares contestaron con una masacre de 18 personas
en una discoteca de un barrio habitado por miembros de la Unión
Patriótica, brazo político de las FARC en Chigorodó. La respuesta
de este grupo guerrillero no se hizo esperar y estos ejecutaron a
11 personas en Apartado y 19 más en el municipio de Carepa. En
medio del estupor nacional por lo que sucedía allí, se vivieron
unos días de tregua y luego las Autodefensas de Córdoba y Urabá
ajusticiaron a seis miembros de la UP en Turbo. La cadena de
muertes concluyó el 20 de septiembre de 1995, cuando las FARC
penetró nuevamente en Apartado y perpetró la masacre conocida
como 'Bajo del Oso' donde detuvo un bus y obligó a todos los
pasajeros a bajarse, empujándolos contra el piso, amarrándoles
las manos y ejecutando a las 26 trabajadores de esa finca
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