EL SEÑOR DE LAS MOSCAS | Page 81

quietos, frente a Ralph; vio que el más alto de ellos, sin otra cosa sobre su cuerpo más que pintura y un cinturón, era Jack. Ralph había recobrado el aliento y pudo hablar. - Bueno, ¿qué quieres? Jack no le hizo caso; alzó su lanza y empezó a gritar. - Escuchadme todos. Yo y mis cazadores estamos viviendo en la playa, junto a la roca cuadrada. Cazamos, nos hinchamos a comer y nos divertimos. Si queréis uniros a mi tribu, venid a vernos. A lo mejor dejo que os quedéis. O a lo mejor no. Se calló y miró en torno suyo. Tras la careta de pintura, se sentía libre de vergüenza o timidez y podía mirarles a todos de uno en uno. Ralph estaba arrodillado junto a los restos de la hoguera como un corredor en posición de salida, con la cara medio tapada por el pelo y el hollín. Samyeric se asomaban como un solo ser tras una palmera al borde del bosque. Uno de los peques, con la cara encarnada y contraída, lloraba a gritos junto a la poza; sobre la plataforma, aferrada en sus manos la caracola, se hallaba Piggy. - Esta noche vamos a darnos un festín. Hemos matado un jabalí y tenemos carne. Si queréis, podéis venir a comer con nosotros. En lo alto, los cañones de las nubes volvieron a disparar. Jack y los dos anónimos salvajes que le acompañaban se sobresaltaron, alzaron los ojos y luego recobraron la calma. El peque seguía llorando a gritos. Jack esperaba algo. Apremió, en voz baja, a los otros: - ¡Venga... ahora! Los dos salvajes murmuraron. Jack les dijo con firmeza. - ¡Venga! Los dos salvajes se miraron, levantaron sus lanzas y dijeron a la vez: - El jefe ha hablado. Después, los tres dieron media vuelta y se alejaron a paso ligero. Ralph se levantó entonces, con la vista fija en el lugar por donde habían desaparecido los salvajes. Al llegar Samyeric balbucearon en un murmullo de temor: - Creí que era... -...y sentí... -...miedo. Piggy estaba en la plataforma, en un plano más alto, sosteniendo aún la caracola. - Eran Jack, Maurice y Robert - dijo Ralph -. Se están divirtiendo de lo lindo, ¿verdad? - Yo creí que me iba a dar un ataque de asma. - Al diablo con tu asma. - En cuanto vi a Jack pensé que se tiraba a la caracola. No sé por qué. El grupo de muchachos miró a la blanca caracola con cariñoso respeto. Piggy la puso en manos de Ralph y los pequeños, al ver aquel símbolo familiar, empezaron a regresar. - Aquí no. Sintiendo la necesidad de algo más ceremonioso se dirigió hacia la plataforma. Ralph iba en primer lugar, meciendo la caracola; le seguía Piggy, con gran solemnidad; detrás, los mellizos, los pequeños y todos los demás. - Sentaos todos. Nos han atacado para llevarse el fuego. Se están divirtiendo mucho. Pero la... Ralph se sorprendió ante la cortina que nublaba su cerebro. Iba a decirles algo, cuando la cortinilla se cerró. - Pero la... Le observaban muy serios, sin sentir aún ninguna duda sobre su capacidad. Ralph se apartó de los ojos la molesta melena y miró a Piggy. - Pero la... la... ¡la hoguera! ¡Pues claro, la hoguera! Empezó a reírse; se contuvo y recobró la fluidez de palabra.