siempre había pensado. La había conocido como una niña y ahora la deseaba como mujer.
- ¿Estás segura de…
- ¡Callate y besame!
El optó por hacer caso y perderse en los besos. Mientras ella se acomodaba sobre sus piernas él desnudó su torso y la colocó cerca suyo. Acariciaba su pelo y bajaba por su espalda desnuda. Ella lo quería, él lo podía sentir. Se levantó del piso. Ella lo siguió aferrada a su cintura con la ayuda de sus piernas. La cargó hasta el mueble al otro lado de la habitación. La recostó y comenzó a besar su cuello. Bajo con su boca por sus tetas y su abdomen. Ella agarraba el pelo de su cabeza en completa excitación. Él desabrochó el pantalón y lo fue bajando lentamente. Ale se levantó.
- Ale, ¿estás segura? - volvió a preguntar.
- Sí, parece que el único con dudas eres tú - mientras terminaba de desvestirse-. Sacate el jean.
No tuvo que volverlo a pedir. Completamente desnudos él acarició a la mujer que tenía enfrente, olvidando toda memoria de la niña que una vez fue. Besó su entrepierna con especial atención a los muslos y después a los labios. Pequeños jadeos salían de la boca de Ale, estaba por buen camino fue lo que él pensó. Se puso sobre ella y la vió. Una vez más los ojos de ambos se trabaron y el silencio reinó. Un pequeño gemido se oyó mientras él la penetraba. Lentamente, su miembro fue entrando más y más, hasta que el movimiento de sus cuerpos los sumió de placer. Ambos gritaron.
El salió de encima de ella y se recostó a su lado.