había vista asustado como ahorita.
- ¿Sabes?, mi abuelo me hablaba bastante del mundo de antes.
- ¿Y que te decía?
- Uff…montón de cosas. Me contaba de civilizaciones antiguas que se levantaron de la nada.
- ¿Si?, ¿Cómo el pueblo?
- Sí, pero más grandes. En mayor escala. Cientos de miles de personas unidas bajo un solo cuerpo, unas mismas reglas.
- ¿Cientos de miles? - se volteó y lo miro fijamente-. No creo que haya tanta gente viva todavía. Y los que quedan, para poco sirven. No creo que sea verdad.
- ¿Qué cosa? - le preguntó intrigado.
- La historia de tu abuelo. Todos unidos, siguiendo las mismas reglas. Si con cien no nos podemos poner de acuerdo. Además, si te topas afuera con alguien que no sea del pueblo o lo matas o te mata. ¿Cómo va a ser posible que miles de miles se unieran?, ¿Te contó eso tu abuelo?
Se quedó callado. Ale tenía razón, ¿o no?, estaba confundido. “Supongo que sí” le dijo con el ánimo de terminar la conversación. Ella entendió. Ale se sentó a su lado. Tuvo que mover una que otra cosa del camino. La habitación completa daba la impresión de que un huracán hubiera estado de paso. En una repisa sobre la pared se veía la marca de unos portarretratos que alguna vez existieron, si bajaba la mirada, podría haber encontrado algunos de estos estrellados contra el piso.
- ¿Sabes?, fue a propósito.