Gildardo Antonio Bueno Romero
La orientación resalta: a) la importancia de la dimensión discursiva
por la cual se logra articular la dimensión social, política y económica,
al considerarse que más allá de la simple retórica de un líder, el discurso
logra un proceso de transformación cultural; b) la construcción de unidad e
identidad de grupo que se configuran alrededor de demandas sociales que
tienen fuente en la relación plebs-populus, en el que —como dice Laclau—
un sector popular reclama ser el pueblo legítimo. De tal forma la expresión
colectiva de necesidades y reivindicaciones logran despertar la solidaridad y
la unidad de grupos sociales que, de la mano de un líder, presionan y buscan
la solución de sus carencias.
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Esta clasificación explica que los diferentes populismos se originan
en la heterogeneidad social, en las necesidades y la solidaridad que se
generan, pero también en una cultura política que ancla la acción de sujetos
y condiciona sus subjetividades. Pese a la valoración negativa del populismo,
este ha permitido la inclusión y la participación de la plebs, de las masas
populares en la órbita de acción del Estado; sin embargo, se advierte que
si dentro de esta orientación solo se enfatiza la dimensión discursiva como
forma de articular diferentes relaciones sociales y políticas, el concepto se
vuelve tan amplio que, tal como lo considera Laclau, el maoísmo y el nazismo
llegan a ser tipos de populismos.
3.6 Los universos de observación del populismo
A partir de la rearticulación de las anteriores orientaciones, se observa
que la trascendencia histórica del populismo como concepto hace referencia
a tres grandes universos de observación:
a) La soberanía nacional. Bajo el populismo hay un discurso muy fuerte
por el fortalecimiento y reivindicación de la soberanía interna y externa,
teniendo como estrategia el afianzamiento del poder ejecutivo y la promoción
de la democracia participativa. Quienes son incluidos en el espectro del
populismo, han declarado la defensa de la soberanía nacional, por medio
de políticas que resultan antiimperialistas, promoviendo —por ejemplo— la
intervención de la economía aun a costa de enfrentar los intereses extranjeros,
con una marcada oposición a la globalización o a la dependencia económica
de países desarrollados.
b) La proyección de reformas legales. Hace frente a dos situaciones
características: i) promoción de una legislación en torno a recuperar la
propiedad del Estado o, por lo menos, asumir su control y administración,
Estudios Políticos, 42, ISSN 0121-5167