El pez de oro El pez de oro | Page 10

El hombre estaba harto y le parecía absurdo pedir cosas que no necesitaban, pero por no oír los lamentos de su esposa, obedeció y acudió de nuevo a la orilla del mar. – ¡Pececito de oro, asómate que necesito tu ayuda! – ¿Qué puedo hacer por ti, amigo? – Siento ser tan pesado pero mi mujer sueña con una casa y una vida más lujosa. – Amigo, no te preocupes. Hoy mismo tendrá una gran casa y todo lo que necesite para vivir en ella ¡Incluso le pondré servicio doméstico para que ni siquiera tenga que cocinar! – Muchas gracias, amigo pez. Eso más de lo que nunca soñamos