el newsletter de la camada 87 abril 2014 | Page 23

Durante el entrenamiento el virus se activó y la enfermedad del rugby estaba a full. Hicimos un acuerdo con Diego que si arrancábamos juntos terminábamos juntos, o sea que para que uno largue teníamos que largar los dos. (ah, en el entrenamiento sali anteúltimo! J) Al año, y ya totalmente enfermo por el rugby, un mediodía se arma un quilombo terrible cerca del colegio, con tiroteo, mil canas y un auto de contramano en la Panamericana. Estaba en casa con mi hermano Tulio, al cual no se le ocurre mejor idea que salir a ver qué pasaba. Ese día –y aquel otro, que cobró para el campeonato en la cancha de River- me parece que lo curaron de espanto. Salgo a buscar a Tulio y le digo que se meta en casa, que no joda, cuando entro detrás de él, me encuentro un tipo con una escopeta apuntándole. Le cambié el lugar a mi hermano y me la jugué a sacar al tipo de adentro de casa con el auto. Antes de que encienda el auto, noté que el portón estaba cerrado. De pronto, irrumpió la cana y disparó un solo tiro, que me dio en la espalda. La policía estaba buscando a dos tipos, pero la mucama les avisó que yo estaba ahí, que tuvieran cuidado. La verdad es que la adrenalina era tal que al cana lo entiendo, pobre tipo habría disparado 3 veces en su vida, incluyendo prácticas... Argentina querida…