el newsletter de la camada 87 abril 2014 | Page 18
hijo se debe haber bañado, con mucho ahínco, máximo tres
veces), pero no le importó, era uno más. Nadie se lavó la
ropa (imagínense diez varones, ¿quién va a estar pensando
en el “laundry”?, ¡nadie!) Mi viejo desesperado buscando un
hotel que le lavara algo...
Al llegar de vuelta a Ezeiza nos esperaban todas las minas.
En ese momento, mi viejo me dio un abrazo de esos que
nunca se olvidan, y susurrándome al oído, me confesó:
“gracias por convencerme”. Al llegar al auto, mi mujer, que es
una experta para detectar emociones, me dice: “lo vi al
Tincho (asomándose), Segun, El Doctor,
Tomás y Bet,