años separados de sus padres no pueden esperar su presencia y cuidado, lo que hace que sus niveles de estrés crezcan. A medida que aumentan hormonas como el cortisol, la epinefrina y la norepinefrina, se alteran las funciones fisiológicas de nuestros cuerpos para prepararnos mejor para hacer frente a las amenazas.
Sin embargo, los aumentos prolongados en los niveles de hormonas del estrés interrumpen las funciones fisiológicas e producen inflamación y cambios epigenéticos, alteraciones químicas que perturban la actividad de nuestros genes. Activar o desactivar genes en el momento equivocado modifica el desarrollo del cerebro, cambiando la forma en que se crean las redes neuronales y cómo se comunican las regiones cerebrales.
Los estudios de niños separados de sus padres o descuidados por ellos y la investigación experimental en animales muestran de forma consistente que la interrupción de dicha presencia y sus cuidados provoca una maduración precoz y rápida de los circuitos cerebrales responsables del procesamiento del estrés y las amenazas. Este desarrollo acelerado altera el cableado del cerebro y cambia la forma en que se procesan las emociones.
La separación repentina causa daño rápidamente
Los estudios de laboratorio muestran que la separación no tarda mucho en dañar a estos bebés y niños.
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