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En ratas de laboratorio, estos cambios en el cableado cerebral se desencadenan cuando un cachorro se separa de su madre durante solo dos o tres horas al día durante varios días consecutivos. Sabemos que el estrés en los cachorros es causado por la ausencia de la madre, no por otros cambios en el ambiente, porque los investigadores continuaron alimentándoles y manteniendo su temperatura corporal durante el experimento.
La maduración prematura de las redes de procesamiento del estrés y la amenaza en los cerebros de los niños separados de los padres impide el desarrollo del niño y conduce a la pérdida de flexibilidad para responder al peligro. Por ejemplo, la mayoría de nosotros podemos “desaprender” lo que inicialmente consideramos amenazante o peligroso. Si algo o alguien ya no es peligroso, nuestras defensas se adaptan, disipando nuestro miedo. Esta capacidad para desaprender las amenazas no se produce en animales separados de sus progenitores.
La reunificación posterior con su familia, o con un cuidador sustituto, no es capaz de revertir los cambios causados por el estrés de la separación temprana.
Cambios estructurales y moleculares
Los estudios de imágenes cerebrales demuestran cambios estructurales y funcionales en los cerebros de niños separados de sus padres. Concretamente, el estrés de la separación aumenta el tamaño de la amígdala, una estructura clave en el procesamiento de amenazas y emociones, y altera las conexiones de la amígdala con otras áreas del cerebro.
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