tiene que hacer y, a menudo, extravía el material que necesita para sus clases. Por ejemplo, no sabe qué deberes tiene que hacer en casa o bien olvida el equipo de deporte el día
Del partido.
Autocontrol de los impulsos: el niño suele hacer exclamaciones o responder antes de que se termine la pregunta. Le resulta muy difícil guardar su turno y se inmiscuye en las conversaciones o juegos de los demás. Actúa sin pensar y a veces no respeta las normas sociales.
Actividad motriz excesiva: el niño que sufre este trastorno es incapaz de estar quieto. Además su movimiento no está justificado por la necesidad de hacer algo. Se mueve sin finalidad. Cuando ha de estar sentado mueve continuamente manos o pies, o se levanta. Corre o salta en momentos inadecuados.
En algunos niños predominan la hiperactividad / impulsividad, en otros las dificultades de atención y hay otro grupo en el que se combinan todos los síntomas.
Las manifestaciones del trastorno son más graves cuando están asociadas con otras dificultades. Casi la mitad de los niños hiperactivos presentan también dificultades importantes en su comportamiento, tanto en casa como en la escuela. En una menor proporción de niños que además de ser hiperactivos, les cuesta aprender. Otros presentan ansiedad o depresión.
Si los padres sospechan que su hijo es hiperactivo, han de consultar al pediatra. Después de valorar las observaciones hechas por los padres, si es necesario les remitirá al especialista. El trastorno se suele diagnosticar a partir de los cinco años, y en una parte de niños en edad escolar lo padecen, siendo más frecuente en los niños que en las niñas. Los síntomas se reducen hacia la pubertad, pero en algunos casos persisten hasta la edad adulta.
El niño hiperactivo suele tener dificultad para aprender en el colegio, aunque su inteligencia sea normal. El escaso aprendizaje tiene que ver con la falta de atención, que le impide comprender bien, tanto lo que se le dice como lo que lee. También influye la precipitación y la escasa reflexión sobre lo que hace, que no le permite desarrollar estrategias útiles para mejorar el trabajo escolar. A la hora de aprender una lección, el niño puede dar más importancia a detalles irrelevantes que a lo fundamental, su rendimiento escolar suele ser variable. Un día consigue hacer bien una tarea y al día siguiente no sabe cómo hacerla, esto desconcierta a los padres y acaban creyendo que su hijo no rinde en la escuela porque no quiere o es perezoso.
Otra situación que confunde a los padres es ver que su hijo puede estar atento a los videojuegos. Los padres suelen creer que si puede estar atento para jugar con la consola, también podría estarlo en la escuela. Pero pensar que el niño puede regular