El Misterio de Belicena Villca El Misterio de Belicena Villca Edición 2017 | Page 493

¨El Misterio de Belicena Villca¨
los dogos llega a Sining-Ho, donde estamos, en tanto el otro can se desintegra para evitar la alteración imposible del Arquetipo. Y como los perros daivas no pueden existir sino en pareja, el presente andrógino se desintegrará igualmente luego de la reproducción.
– ¡ De modo que los perros han concurrido al río Sining, al cual correspondería la corriente que pasa frente a nosotros! – admitió Von Grossen, que al fin comenzaba a ubicarse geográficamente –. Siendo así, Kameraden, les expondré el cuadro de situación: Elementos a favor de nuestra Estrategia: a) tres alemanes y ocho tibetanos, miembros de la Operación Clave Primera, aún estamos con vida; b) es posible que la ciudad de Sining se encuentre cerca de aquí y es probable que ello represente nuestra definitiva salvación, si conseguimos pasar la noche en estas condiciones. Elementos en contra de nuestra Estrategia: a) experimentamos cinco bajas, tres alemanes y dos tibetanos, además de los cinco porteadores holitas y todo el equipo; b) si realmente este sitio se halla al Este de lago Kuku Noor, ello implica una distancia más de 1.000 km. alejada del Valle de los Demonios Inmortales, lo que torna imposible por el momento regresar para inspeccionar o rescatar los cuerpos y materiales. Conclusión: Es casi seguro que los efectivos a cargo de la Operación Altwesten han corrido idéntica suerte que los miembros de la Operación Clave Primera, vale decir, que están muertos o desaparecidos. Esta conclusión pone término a la Operación Clave Primera, y nos impone la delicada obligación de explicar convincentemente a nuestros superiores los hechos ocurridos en el campamento de Ernst Schaeffer.
Von Grossen me miró significativamente, como dando a entender que el principal responsable de las explicaciones sería Yo. Sus últimas palabras fueron:
– Considerando el diabólico ataque que hemos sufrido en aquel Valle del Infierno, a la luz de las órdenes recibidas de Alemania y de la estructura de la Operación Clave Primera, he extraído ciertas conclusiones que les comunicaré en carácter estrictamente confidencial y personal. Creo, Caballeros, que nuestros líderes de Alemania tenían una idea bastante aproximada sobre lo que pasaría en el Tíbet si Kurt Von Sübermann se integraba a la Operación Altwesten. Más claramente, creo que ellos, Hitler, Himmler, Heydrich, Rudolph Hess, y Dios sabe quiénes más, sabían que determinados enemigos reaccionarían con extrema violencia al descubrir a Von Sübermann: enemigos que son quizás seres extraterrestres, poseedores de armas terribles, incomparables a ningún arsenal terrestre. Si sabían lo que podría suceder ¿ por qué permitieron que el enemigo nos encerrara en una trampa mortal? Esta es una pregunta para la que carezco de respuesta. Intuyo que deseaban comprobar concretamente la eficacia de Von Sübermann para causar las reacciones de los“ Demonios” de Chang Shambalá y que tal vez subestimaron al enemigo: quizás pensaron que la Fraternidad Blanca cerraría las malditas puertas de sus guaridas, y desecharon la posibilidad de que los Demonios tratasen de matarnos a todos. Sea de ello lo que fuere, Yo estoy persuadido que Von Sübermann jamás nos revelará el secreto que enardece a los Demonios. En resumen, doy por concluida en este momento la Operación Clave Primera; la evaluación de sus resultados la hará en Alemania el correspondiente Estado Mayor. Y, como
Standartenführer a cargo de la ejecución de la Operación Clave Primera, dispongo que se emprenda el inmediato regreso a Alemania. ¿ Están de acuerdo, Kameraden, con el Cuadro de Situación y las conclusiones?
¿ Qué otra cosa podíamos hacer Oskar Feil y Yo, más que aceptar incondicionalmente las decisiones de Von Grossen? Los monjes tibetanos, por su parte, nunca discutían las órdenes y, una vez más, se disponían a apoyar nuestros planes.
Partiríamos al amanecer. En tanto, formamos un círculo alrededor del fuego y nos abrazamos para transferirnos calor, postura que adoptó también el dogo Vruna. A pesar del frío reinante a la madrugada, todos logramos dormir, debido al gran cansancio psíquico que acumuláramos durante los últimos días. No teníamos ni una manta o capa, tan sólo lo puesto, y por eso nos apretábamos los unos con los otros para evitar la congelación, aunque era evidente que en aquel sitio no hacía tanto frío como en las cumbres de los montes Kuen Lun. Y en cuanto a las armas, sólo conservábamos las dagas y las Luger de Karl, Oskar y Yo, y las dos metralletas Schmeisser que llevábamos cruzadas en la espalda: para esta temible arma, contábamos solamente con dos cargadores cada uno, igual que para las Luger. Insuficiente para transitar por un país en guerra civil, pero siempre mejor que nada.
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