El Misterio de Belicena Villca El Misterio de Belicena Villca Edición 2017 | Page 490
¨El Misterio de Belicena Villca¨
Alma ¿qué quedaba del Héroe, del líder carismático, del Iniciado que horas antes conducía su
legión dispuesto a luchar contra enemigos de la Tierra o el Cielo? Muy poco, Neffe, muy poco.
Apenas una chispa de voluntad.
De improviso fui acometido por un recio temblor y tardé en tomar conciencia de que Bangi
me había agarrado por los hombros y me sacudía con firmeza. Entre brumas, lo reconocí ante
mí gritando a voz de cuello; los ocho lopas estaban también allí: dos arrastraban a Oskar Feil;
otros dos sostenían a Von Grossen; uno corría con los perros daivas, que estaban atados en
un extremo del campamento; y los restantes trazaban febrilmente círculos y signos en el suelo
con sus cimitarras, al tiempo que entonaban mantrams y adoptaban mudras guerreros. La bola
de luz se encontraba ya sobre nosotros y el zumbido de las abejas alcanzó su máxima
intensidad. Sea por el zamarreo de Bangi, o por el efecto de los yantras de los lopas, lo cierto
es que recuperé en parte la lucidez; lo suficiente para comprender las dramáticas palabras del
gurka.
– ¡Shivatulku! ¡Shivatulku! –llamaba impacientemente, sin dejar de zarandearme, acto
que culminó con dos impetuosas bofetadas. Con un movimiento de cabeza le hice entender
que lo escuchaba.
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– ¡Oh Pawo : sacadnos de aquí! ¡Pronto o el Vîmâna de Shambalá nos destruirá!
– ¿C... cómo? ¿Cómo haré, si no puedo tenerme en pie? –balbuceé desalentado.
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– ¡Los perros daivas! ¡Oh Dubtob ! ¡Ordenad a los perros daivas que os conduzcan
volando a un destino fuera de aquí! ¿Me comprendéis?
Asentí, a pesar de que no comprendía totalmente la solicitud del gurka.
– ¿Qué debo hacer para que los perros daivas vuelen –me interrogué absurdamente a
mí mismo, pero en voz lo suficientemente alta como para que Srivirya respondiese. El lopa,
evidentemente estaba atento a mis reacciones.
– ¡Nombradlos como si fuesen idénticos a Kyungta, el ave Gáruda que transporta a los
Dioses; o como Lungta, el caballo Pegaso que cumple igual función! ¡Decidles Svadi-lung;
Kula y Akula Svadi-lung; y ellos volarán
¿Destino? ¿Qué destino? La cabeza parecía que me iba a estallar. Quizás fuese el
inconsciente, quizás el Scrotra Krâm, pero lo positivo fue que una Voz Interior me dijo:
–“Sining, debes ir a Sining” –pensé en el Yantra, lo imaginé como pude, y traduje:
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“Siningto, Kula y Akula Svadi-lung”.
Alguno de los lopas había puesto las riendas de los dogos en mis manos. Estaban
enfurecidos por la presencia del diabólico Vîmâna y aullaban como si efectivamente fuesen los
lobos de Wothan. Cuando imaginé el Yantra se pusieron rígidos y echaron las cabezas hacia
adelante, preparados para partir en cumplimiento de la orden. Y cuando ordené “Sining-To,
Kula y Akula svadi-lung”, sucedió el increíble prodigio de que los perros daivas saltaran a una
especie de abismo que insólitamente se creaba frente a ellos.
Me sentí arrastrado por las riendas, izado en el aire y transportado en dirección al Este,
hundido en una negrura impenetrable que ahora ocupaba el lugar donde segundos antes
estaban las montañas Altyn Tagh. Al ser levantado en vilo, un peso anormal en las piernas
puso mi cuerpo en tensión durante un instante. Me volví, sorprendido, y advertí que una
cadena humana pendía de mis extremidades: los tibetanos habían realizado una serie de
tacles en el momento del salto, agarrándose entre ellos y levantando también a Karl Von
Grossen y Oskar Feil. La mirada se deslizó hacia abajo y contemplé estúpidamente la cañada
iluminada por el vehículo de Shambalá y el campamento convertido en un sepulcro colectivo:
Reinhart Von Krupp, muerto; los centinelas, muertos; y en las entradas de las carpas, estaban
diseminados los cadáveres de quienes alcanzaron a salir pero no llegaron muy lejos. El
zumbido era ensordecedor, aterrador, paralizante; ¡el zumbido era el llamado de la Muerte!
¡Heinz, Hans, Kloster! Recordé a mis Camaradas y creo que grité de impotencia, antes de
sumergirme en la negrura y perder el conocimiento.
44 Pawo: Héroe en tibetano.
45 Dubtob: Mago.
46 “Vamos volando a Sining, Kula y Akula”.
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