¨El Misterio de Belicena Villca¨
de los iberos, el de los vaskos, y el de los que después serían los pelasgos. A su vez, cada uno de estos grandes grupos se subdividía internamente en tres en todas las organizaciones sociales tribales de las aldeas, poblados y Reinos. Aquel pueblo único sería conocido luego de la partida de los Atlantes blancos como Virtriones o Vrtriones, es decir, ganaderos; pero el Nombre no tardó en convertirse en Vitriones, Vetriones, y, por influencia de otros pueblos, especialmente de los fenicios, en Veriones o Geriones. El“ Gigante Geriones”, con un par de piernas, es decir con una sola base racial, pero triple de la cintura para arriba, o sea, con tres cuerpos y tres cabezas, procede de un antiguo Mito pelasgo en el que se representa al pueblo original con la triple división exogámica impuesta por los Atlantes blancos; con el correr de los siglos, los tres grandes grupos del pueblo nativo fueron identificados por sus nombres particulares y se olvidó la unidad original: las rivalidades e intrigas estimuladas desde el Pacto Cultural contribuyeron a ello, acabando cada grupo convencido de su individualidad racial y cultural. A los iberos ya los he mencionado, pues de ellos desciendo, y los seguiré citando en esta historia; de los vaskos nada diré fuera de que temprano traicionaron al Pacto de Sangre y se aliaron al Pacto Cultural, error que pagarían con mucho sufrimiento y una gran confusión estratégica, puesto que eran un pueblo de Sangre Muy Pura; y en cuanto a los pelasgos, el caso es bastante simple. Cuando los Atlantes blancos partieron, iban acompañados masivamente por los pelasgos, a quienes habían encargado la tarea de transportarlos por mar hacia el Asia Menor. Allí se despidieron de los Atlantes blancos y decidieron permanecer en la zona, dando lugar con el tiempo a la formación de una numerosa confederación de pueblos. Sucesivas invasiones los obligaron en muchas ocasiones a abandonar sus asentamientos, mas, como se habían transformado en excelentes navegantes, supieron salir bien parados de todos los trances: sin embargo, aquellos desplazamientos los traerían nuevamente en dirección de la península ibérica; en el momento que transcurre la alianza con los lidios, siglo VIII A. J. C., otros grupos pelasgos ocupan ya Italia y la Galia bajo el nombre de etruscos, tyrrenos, truscos, taruscos, ruscos, rasenos, etc. El grupo de los lidios que convocaron los Señores de Tharsis, aún permanecían en Asia Menor, aunque soportando en esa Época una terrible escasez de alimentos; reconocían por las tradiciones el parentesco cercano que los unía a los iberos, pero afirmaban descender del“ Rey Manes”, legendario antepasado que no sería otro más que“ Manú” el Arquetipo perfecto del animal hombre, impuesto en sus Cultos por los Sacerdotes del Pacto Cultural.
Una vez logrado el acuerdo con los embajadores del Rey de Lidia, que incluía el consabido intercambio de princesas, decenas de barcos pelasgos comenzaron a llegar a los puertos de Tharsis. Venían repletos de temibles guerreros, pero también traían muchas familias de colonos dispuestas a establecerse definitivamente entre aquellos parientes lejanos, que tanta fama tenían por su riqueza y prosperidad. Esa pacífica invasión no entusiasmaba demasiado a los de mi pueblo, pero nada podían hacer pues todos comprendían la inminencia del“ peligro fenicio”. Peligro que desapareció no bien estos advirtieron el cambio de situación y evaluaron el costo que supondría ahora la conquista de Tharsis. Por esta vez los Golen fueron burlados; pero no olvidarían a la Espada Sabia, ni a los Señores de Tharsis, ni a la sentencia de exterminio que pesaba sobre ellos.
En aquellas circunstancias, la alianza con los pelasgos fue un acierto desde todo punto de vista. Los Lidios se contaban entre los primeros pueblos del Pacto de Sangre que habían vencido el tabú del hierro y conocían el secreto de su fundición y forjado: en ese entonces, las espadas de hierro eran el arma más poderosa de la Tierra. Sin embargo, pese a ser notables comerciantes, jamás vendían un arma de hierro, las que sólo producían en cantidad justa para sus propios usos. Fabricaban, en cambio, gran número de armas de bronce para la venta o el trueque: de allí su interés por radicarse en Tharsis, cuya veta cuprífera de primera calidad era conocida desde los tiempos legendarios, cuando los Atlantes cruzaban el Mar Occidental y extraían el cobre con la ayuda del Rayo de Poseidón. El cobre casi no había sido explotado por los Señores de Tharsis, deslumbrados por el oro y la plata que todo lo compraban. La asociación con los lidios modificó esencialmente ese criterio e introdujo en el pueblo un novedoso estilo de vida: el basado en la producción de objetos culturales en gran escala destinados exclusivamente para el comercio.
Una disuasiva muralla de piedra se levantó en torno de la antiquísima ciudadela de Tarshis, que los pelasgos denominaban Tartessos y terminó dando nombre al país, con un
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