El Misterio de Belicena Villca El Misterio de Belicena Villca Edición 2017 | Page 448

¨El Misterio de Belicena Villca¨
interrogación se había pintado en su rostro –. Pero nosotros sabemos que Ud. es lo último
¿ No? Existía un dejo de duda en la voz de Von Grossen que me molestó sobremanera. – ¡ En efecto, Kamerad Von Grossen! Según la Regla de la Orden Negra Yo soy un Guerrero, un Guerrero Sabio. Ignoro qué apariencia suponía que debía tener, pero no le quepan dudas que soy capaz de matar de la manera más terrible. Y que mataré de ese modo al que intente frustrar mi misión.
– ¡ Bravo! – Exclamó Von Grossen con evidente sinceridad – Lo repito: debe Ud. disculpar mi sorpresa pero, tras tantos meses de espera, y oyendo las historias más disparatadas de boca de los lamas, ya no sabía a ciencia cierta qué clase de hombre esperaba. ¡ Me alegro que sea Ud. un completo oficial, Von Sübermann!
Karl Von Grossen y Heinz Schmidt, que no dijera una palabra ni la diría más adelante pues era por demás de parco, nos habían alcanzado cinco km. antes del Monasterio. En ese momento llegamos y fuimos invitados a pasar a una confortable sala, donde ardía leña y guano en un hogar de piedra; afuera reinaba una temperatura de diez grados bajo cero.
En realidad no estábamos en un simple monasterio de lamas, como había supuesto, sino en una pequeña ciudadela rodeada de disuasiva muralla: tras los muros existían tres edificios de muy diferente arquitectura. El más imponente, era al Palacio del Dharma Rajá, donde residía en invierno el Jefe espiritual de Bután. El segundo en importancia se trataba de una antiquísima Pagoda, quizá la construcción más vieja del conjunto. – Es un Templo tallado magníficamente en una sola y colosal pieza de piedra – nos explicó Von Grossen cuando atravesamos el patio exterior –. Data de los tiempos en que esta región estaba dominada por los Sacerdotes Budistas de Manipur: el Templo se dedicaba al Culto del Manú Vaivasvata, quien rige el presente mânvântâra o Manuantara, es decir, el ciclo de existencia de una Humanidad de animales-hombres. Posteriormente el País fue conquistado por una tribu lopa al mando de Iniciados taoístas, quienes eran profundamente iconoclastas y odiaban a todos los Sacerdotes, sin distinción de Culto. Ellos, naturalmente, clausuraron el templo luego de pasar a cuchillo a sus últimos moradores. De no haber sido así, ahora se veneraría aquí a Maitreya, la próxima reencarnación del Manú, quien no sería otro que el Messiah que esperan los judíos. Pero las Órdenes de Sacerdotes budistas no han olvidado este lugar y permanentemente acechan, buscando la oportunidad de reconquistarlo.
La tercera construcción, en la que nos hallábamos, era el Monasterio propiamente dicho y consistía en un laberíntico edificio donde habitaban por igual una numerosa comunidad de monjes y monjas tibetanas. Aquella composición de Iniciados mixtos me sorprendió y así se lo hice saber a Von Grossen.
– Es que los actuales ocupantes constituyen una Sociedad Secreta que no es ni hinduista, ni budista, ni taoísta, sino que se halla“ más allá” de tales sistemas religiosos: y“ más allá” no significa“ por arriba” o“ sobre”, sino fuera. Es decir, que la Sabiduría que ellos poseen se halla fuera de los sistemas religiosos. No sostienen, pues, un mero sincretismo sino una Sabiduría espiritual verdadera, posiblemente lo mismo que Uds. en la Orden Negra, y nosotros en el Instituto Ahnenerbe, denominamos Sabiduría Hiperbórea. De hecho ellos adhieren totalmente al Nacionalsocialismo, aunque no les interesa tanto la política como la Filosofía de la y la presencia terrestre del Führer, a quien llaman“ El Señor de la Voluntad”.
Los cinco oficiales ocupábamos sillas en torno al extremo de una mesa de notable longitud: un grupo minúsculo en un sitio donde cabían más de cincuenta comensales. Von Grossen estaba sentado en el centro, de espaldas al crepitante hogar. Los porteadores holitas descansaban en una cuadra cercana. La conversación se interrumpió al hacer su entrada tres monjes ataviados con negras túnicas de lana de yak. Llevaban la cabeza cubierta con una capucha cosida a la misma túnica, lo que les ensombrecía la cara, aunque se podía apreciar que los tres tenían el cabello largo y eran de Raza tibetana, posiblemente lopas. Dos aparentaban ser muy jóvenes y fuertes, y eran de distinto sexo: un yogui y una yoguini, Iniciados en Artes Marciales, que se movían con gracia felina. El tercero, un anciano de edad indefinida, dirigió unas palabras a Von Grossen en bodskad de Jam.
El Standartenführer se apresuró a presentarlo:
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