El Misterio de Belicena Villca El Misterio de Belicena Villca Edición 2017 | Page 41

¨El Misterio de Belicena Villca¨ incidencia decisiva en la desmoralización del pueblo, en la pérdida de su alerta guerrero. Luego se sellaron las alianzas de sangre que, conforme al engaño que padecían los últimos Guerreros Sabios, concretarían las ilusiones de la paz, la riqueza, la comodidad, el progreso, etc. Lógicamente, junto con los Príncipes y Princesas de los pueblos del Pacto Cultural, vinieron los Sacerdotes a imponer sus Cultos a los Dioses Traidores y a las Potencias de la Materia. Los guerreros perdieron así su espiritualidad, conocieron el temor y especularon con el valor de la vida: aún serían capaces de luchar, pero sólo hasta los límites del miedo, como los animales; y, por supuesto, se harían “temerosos de los Dioses”, respetuosos de sus Voluntades Supremas a las que nadie osaría desafiar; ya no levantarían, pues, la vista de la Tierra, ni buscarían el Origen. En adelante sólo los Héroes protagonizarían las hazañas que los guerreros ahora no se atrevían a realizar: triste lugar de excepción el reservado a los Héroes, cuando en los días de los Atlantes blancos toda la Raza era una comunidad de Héroes. El triunfo del Culto causó el olvido de la Sabiduría. El Espíritu se fue adormeciendo en la Sangre Pura y sólo aquellos Guerreros Sabios que todavía conservaban un resto de lucidez atinaron al recurso desesperado de plasmar la “misión familiar”. En el caso de nuestra Estirpe, Dr. Siegnagel, la locura de reunir en una sola mano el Culto y la Sabiduría condujo a mis antepasados a una demencial propuesta: establecieron como pauta la perfección del Culto. Es decir que la cosa a perfeccionar no sería para nosotros una mera cualidad, tal como el color o el sonido, sino el propio Culto impuesto por los Sacerdotes, el Culto a una Deidad revelada por los Atlantes morenos. Y me refiero precisamente a Belisana, la Diosa del Fuego. Pero, todo Culto es la descripción de un Arquetipo: la misión familiar exigía, pues, el demencial objetivo de perfeccionar el Culto hasta ajustarlo a su Arquetipo, el que tan luego era una Diosa, vale decir, una Faz del Dios Creador; y, como culminación se ordenaba re-crear en el Espíritu a ese Arquetipo, a esa Diosa, y comprenderlo con el Símbolo Increado del Origen: ¡ello era como pretender que el Espíritu de un miembro descendiente del linaje familiar abarcase un día al Dios Creador, y al Universo entero, para comprenderlo luego con el Símbolo del Origen!, con otras palabras, ¡ello era como exigir, al final, la Más Alta Sabiduría, el cumplimiento del mandato de los Atlantes blancos: comprender a la serpiente, con el Símbolo del Origen! No podría asegurarle si esta alucinante propuesta fue el producto de la locura de mis antepasados u obedeció a una inspiración superior, a una solicitud que los Dioses Liberadores hacían a la Estirpe: quizá Ellos sabían desde el principio que uno de los nuestros llegaría a cumplir la misión familiar y despertaría, como Guerrero Sabio, en el momento justo en que se librase, sobre la Tierra, la Batalla Final. Porque, si descartamos un acto de locura de los Guerreros Sabios y aceptamos que obraron con plena conciencia de lo que suponían conseguir, no se explica la extrema dificultad de semejante misión a menos que su cumplimiento contribuyese a la Estrategia de la Guerra Esencial y se confiase en la ayuda y la guía invisible de los Dioses Liberadores. Tal vez, entonces, los Dioses Liberadores quisieron contar durante la Batalla Final con Iniciados capaces de enfrentarse con ellos cara a Cara, y hubiesen decidido dotar a ciertos linajes, como el mío, del instrumento adecuado para ello, esto es, de la comprensión del Arquetipo de los Dioses. Esta necesidad se entiende por medio de una antigua idea que los Atlantes blancos transmitieron a los Guerreros Sabios de mi pueblo: de acuerdo a esa revelación, los Dioses Liberadores eran Espíritus Increados que existían libremente fuera de toda determinación material; pero los Espíritus encadenados en la Materia, en el animal hombre, habían perdido el Origen y, con ello, la capacidad de percibir lo Increado: sólo podían relacionarse con lo creado, con las formas arquetípicas; por eso los Dioses Liberadores solían emplear “como ropaje” algunos Arquetipos de Dioses para manifestarse a los hombres: naturalmente, tales manifestaciones sólo tendrían lugar frente a los Iniciados Hiperbóreos, porque sólo los Iniciados serían capaces de trascender “los ropajes”, las formas de los Arquetipos creados, y resistir “cara a Cara” las Presencias Terribles de los Dioses Liberadores. Siendo así, tal vez Ellos habrían querido que un Iniciado de mi Estirpe llegase algún día, presumiblemente durante la Batalla Final, a ponerse en contacto con la Diosa Hiperbórea que suele manifestarse a través de Belisana, la que los Atlantes blancos llamaban Frya y los Antiguos Hiperbóreos Lillith. 41