¨El Misterio de Belicena Villca¨
pensando en el extraño poder que había experimentado al saludar al Führer. Una poderosa Fuerza emanaba de Hitler, no sabía si voluntaria o espontáneamente, y me preguntaba si este carisma no lo habría adquirido por medio de alguna técnica secreta, de algún conocimiento oculto al que unos pocos privilegiados pueden acceder.
–... entonces dígame joven Kurt ¿ Quiénes son en definitiva los enemigos de Alemania? ¿ Contra quién combatimos? – preguntaba Hitler dirigiéndose hacia mí.
Reaccioné ante la inesperada pregunta, con la desesperación de haber desatendido una parte de la conversación. Tres pares de ojos de Rosenberg, Hess y Papá, estaban puestos en mí esperando la respuesta. Sin embargo lo que había alcanzado a escuchar era suficiente para mí, pues la respuesta brotó sola del fondo del inconsciente. – El Enemigo es uno solo, – afirmé categóricamente – es YHVH-Satanás. Contesté intuitivamente y de manera tan firme que no cabían rectificaciones. Miré a Papá, que se puso instantáneamente lívido, y vi la sorpresa retratada en todos los rostros.
– Muy bien, joven Kurt, muy bien, – decía Hitler con una expresión de intensa alegría –. Ha dado Ud. la mejor respuesta. Podría haber identificado como nuestros más terribles enemigos a la judeomasonería, al judeomarxismo, al sionismo, etc., pero esos nombres sólo representan Aspectos diferentes de una misma realidad, distintas Caras de un mismo y feroz Enemigo: YHVH-Satanás, el Demiurgo de este Mundo. Sólo un Iniciado o un iluminado como Ud. o Rudolph, podrían dar una respuesta tan precisa. ¿ Verdad Alfred? Rosenberg sonreía complacido. – Lo felicito joven Von Sübermann – dijo Alfred Rosenberg – es Ud. una persona de claros conceptos.
Por supuesto que Yo estaba completamente aturdido por lo que había ocurrido. De improviso, en esa reunión con aquellas notables personas, descubría que poseía como un“ oído interior”, un órgano misterioso que me permitía“ escuchar” las respuestas formuladas concretamente. ¡ Y estas respuestas eran correctas! Nunca había experimentado algo así y sólo podía achacar esta súbita iluminación a la presencia del Führer. El, con su extraño magnetismo, me había“ despertado” el“ oído interior”. Adolf Hitler volvió a tomar la palabra. – La gente no compenetrada en la Filosofía Oculta del nacionalsocialismo, suele cometer gruesos errores de apreciación al juzgar muchas de nuestras afirmaciones, creyendo ver en las mismas una superficialidad estúpida, cuando generalmente se trata de ideas sintéticas, slogans, extraídos de profundos sistemas de pensamiento. Por ejemplo, ante la afirmación del joven Kurt de que“ el Enemigo es Jehová Satanás”, que es una idea sintética de hondo contenido filosófico, muchas mentes ignorantes se verían tentadas de suponer que tal concepto arranca de un grosero antisemitismo. Alegarían argumentos elementales como estos: – Jehová es el Dios de Israel, un Dios de Raza, uno entre cientos de Dioses étnicos; es pues exagerado tomarlo por el único Dios o Demiurgo( objeción, ésta sí, antisemita). O este otro: – Jehová es el Dios de Israel pero, por su carácter monoteísta, es el único Dios; entonces ¿ por qué se lo identifica con el Demiurgo? ¿ Es por una creencia herética del tipo gnóstica( interrogantes de quienes creen que ser“ cristianos” implica la adoración de Jehová y que su rechazo significa una“ herejía anticristiana”). Otro argumento banal es el siguiente: – si hemos de rechazar al Demiurgo considerando su obra material como esencialmente“ mala”, ¿ por qué identificarlo sólo con el Jehová judío habiendo cientos de denominaciones alternativas en la mitología etnológica y en los panteones religiosos de todos los pueblos de la Tierra?( interrogantes que suelen padecer quienes ignoran totalmente qué significa Israel en la Historia de Occidente y cuál es el secreto de la dinámica racial judía).
Objeciones como las precedentes, opondrían nuestros críticos al oír hablar de Jehová Satanás como“ el Enemigo contra el cual combatimos” y, por supuesto, les sorprendería la palabra“ Satanás” adherida a Jehová, cuestión que, sin duda, les arrancaría irónicas conclusiones.
Pues bien: tales argumentos reposan en una circunstancia común: ¡ la ignorancia de quienes las formulan! Por supuesto que nosotros sabemos que el Demiurgo recibió otros nombres a lo largo de la Historia. Pero si elegimos, entre ellos, el de Jehová es porque se trata del último nombre con el cual Él se ha autodenominado. Y con dicho nombre lo designa aún
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