El Misterio de Belicena Villca El Misterio de Belicena Villca Edición 2017 | Page 377

¨El Misterio de Belicena Villca¨ –Ja, ja, ja –rió admirado, con aquella carcajada estruendosa que lanzara al descubrirme en la escalera de Cerrillos, de niño, y que tan bien recordaba. –Has supuesto bien Neffe; –continuó tío Kurt– Yo puedo contarte algunas cosas que te resultarían útiles para la solución de tus problemas. Cosas referentes a la Doctrina esotérica de la Orden Negra . Sin embargo, por un inevitable y significativo designio de los Dioses, te sorprenderá comprobar hasta qué extremo estaban en mis manos las respuestas que buscabas. Pero antes de hablar de ello cenaremos. Se fue, dejándome consumido por nuevos interrogantes. De su exclamación anterior se desprendía claramente otro misterio: ¿cómo había trabado contacto tío Kurt con los Druidas, quienes, al parecer, lo perseguían a muerte desde hacía años? Capítulo III A las 21,30 Hrs. tío Kurt se instaló en un cómodo sillón hamaca, junto a mi cama, y luego de permanecer pensativo unos minutos comenzó a hablar. Se veía que había estado reflexionando sobre todo lo ocurrido y tomado una decisión. –Mira Arturo; –dijo con tono solemne, tratando de ser convincente– comprendo que estarás impaciente por obtener las respuestas que te han traído hasta aquí, pero debes darme tiempo para leer la carta de Belicena Villca. Es un manuscrito extenso y me llevará varios días asimilarlo, mas es necesario que lo haga antes de responder a tus preguntas; de ese modo tendré el antecedente de lo que tú conoces, apreciaré lo que te falta saber, y podré expresarme con precisión. Esperaba mi aprobación sin condiciones. No obstante, Yo creía que en nada le afectaría adelantarme alguna respuesta. –Estoy de acuerdo, tío Kurt, que dispongas de un tiempo para leer la carta. Pero dime ahora ¿cómo es posible que el día de mi llegada estuvieses aguardando un ataque de los Druidas?; quiero decir: ¿cómo sabías que Ellos estaban por venir? – ¡Pues porque el día anterior había escuchado el zumbido, el inconfundible zumbido de las abejas melíferas, que delata el empleo del Dordje sobre el Corazón Sí Neffe. Desde ese instante me acometió una incontrolable taquicardia que aún me dura. Pero una vez más todos sus trucos fracasaron frente a los poderes con que me han dotado los Dioses, y se verán obligados a enfrentarse cara a cara conmigo. –Sus ojos brillaban desafiantes, pero Yo quería aclarar las cosas. La alusión al zumbido y al Dordje, elementos que Belicena mencionara el Día Vigesimoquinto, cuando Bera y Birsa convirtieron en Betún de Judea la sangre de los Señores de Tharsis, antes de leer su carta, me había dejado helado de estupor. Temblando, le pregunté: –Pero, entonces ¿ya habías oído anteriormente ese zumbido? –Por supuesto, Arturo. Lo escuché por primera vez en 1938, hace 42 años. – ¿Y dónde? –inquirí con asombro creciente, que se iba anticipando a la sorpresiva respuesta. –En el Tíbet; en la frontera entre este país y la China. Fue durante una expedición a las Puertas de Chang Shambalá. La sangre se me agolpó en las sienes, me sentí confundido, mareado, y entreví la posibilidad de perder el sentido. La habitación había desaparecido de mi vista y en mi mente, junto a mil conceptos y situaciones que surgían de la carta de Belicena Villca, las preguntas se reducían a su extrema abstracción: qué, cómo, cúando, dónde, pugnando por tomar forma concreta y ametrallar a tío Kurt. Este, que advertía mi confusión, comenzó a reír alegremente. – ¿Has visto Neffe? ¡Lo sabía! Será imposible que logres comprender nada de la manera como propones el diálogo. Todo te lo diré, no temas. Pero para que puedas aprovechar mi experiencia, para que puedas comprenderla, lo mejor es que conozcas un resumen de mi vida. Te lo repito: espera hasta que lea la carta; luego te relataré mi pasado y entonces sí tendrán consistencia tus preguntas y adquirirán sentido mis respuestas. Empero, –prosiguió– como veo que tu impaciencia no es pequeña, te daré algo en qué pensar durante estos días. 377