El Misterio de Belicena Villca El Misterio de Belicena Villca Edición 2017 | Page 277
¨El Misterio de Belicena Villca¨
muchas criaturas infernales me acechaban, pero todas huían al comprobar que portaba el
Signo. Me encontraba muy preocupada pues debía cumplir la misión de hallar el Sendero de
Regreso al Origen, tal como nos fue encomendado por los Sabios cainitas. Toda la esperanza
de la Raza estaba puesta en mí y no podía fracasar. Y para colmo de apremios percibía la Voz
de Shamash que hablaba al Perro del Cielo y decía:
–¡Oh Sirio! ¡Oh Sión! ¡Oh Divino Can! Tu nunca mancillada Faz debe contemplar como los
seguidores de Kristos Lúcifer, el enviado del Incognoscible, se alzan contra el Plan de El Uno,
desafían las leyes cósmicas y buscan abandonar el Universo de los Soles. ¿Permitiremos
nosotros, los Arquitectos de Todos los Mundos, que los Espíritus esclavos se liberen del
yugo de los ciclos, de los manvantaras y de los pralayas? Responde, Oh Tú, que vives en la
Paz del Uno. Dinos si podemos aceptar que el ungido Lúcifer, el Kristos, revele el Misterio del
Vril a los Espíritus atados a la evolución de nuestras Santas Voluntades. Pues he aquí que El
Enviado se ha instalado en nuestra Mansión, y desde allí alienta la Redención de la Sangre
Pura. Ilumina el interior de los hombres con un nuevo Sol que nadie ve, un Sol Negro que
recuerda al Origen Divino del Espíritu y despierta la Nostalgia del Regreso. ¿Permitiremos esta
abominación, Oh Sirio? Si ellos descubren el camino de Regreso a los Mundos Increados
¿qué será de nuestras cadenas planetarias, confiadas al desenvolvimiento dudoso de las
mónadas? ¡Debemos impedirlo! ¡Oh Sirio-Sión, Perro del Pastor Uno que cuidas del Rebaño
Cósmico, hunde tus dientes en la Serpiente Redentora y líbranos de la amenaza de liberación
espiritual para que continúe eternamente la esclavitud de aquellos que son semejantes al
Incognoscible sin saber qué son!
–¡Oh Nimrod, no temas! –exclamó la Princesa al comprobar que el rostro del moribundo
Rey Kassita se ensombrecía–. ¡Hemos triunfado, Oh Tú, el vencedor de Kokabiel! Mientras los
Demonios hacían oír sus blasfemas voces por todo el orbe yo trataba de cumplir con la misión
de la Raza y hallar el Sendero de Regreso. Para ello concentraba mi atención en el Sol Negro,
pues ésa es la única manera de conservar la ventaja estratégica obtenida por la pureza de
sangre, cuando una luz vivísima partió desde atrás de ese Centro Racial. Era un rayo verde,
de una pureza inefable, que atravesaba el Centro I