¨El Misterio de Belicena Villca¨
católico, tal como Arrio o los mismos Templarios Golen, que fueron los herejes más diabólicos de su Época. Por supuesto que aunque entonces se hubiese aceptado que los Cátaros practicaban otra religión, como los sajones, ello no habría significado diferencia alguna en el resultado: nada los podría haber salvado de la sentencia de exterminio de los Golen. Herejes eran, sin dudas, los arrianos; pero no lo serían los Cátaros: éstos eran, sí, enemigos de la Iglesia, a la que denominaban“ la Sinagoga de Satanás”.
Para comprender el problema hay que considerar que lo que los Cátaros conocían en realidad era la Sabiduría Hiperbórea, a la que enseñaban valiéndose de símbolos tomados del mazdeísmo, del zervanismo, del gnosticismo, del judeocristianismo, etc. Por consiguiente, predicaban que el Bien era de naturaleza absolutamente espiritual y estaba del todo fuera de este Mundo; el Espíritu era Eterno e Increado y procedía del Origen del Bien; el Mal, por el contrario, tenía por naturaleza todo lo material y creado; el Mundo de la Materia, donde habita el animal hombre, era intrínsecamente maligno; el Mundo había sido Creado por Jehová Satanás, un Demiurgo demoníaco; rechazaban, por lo tanto, la Biblia, que era la“ Palabra de Satanás”, y repudiaban especialmente el Génesis, donde se narraba el acto de Crear el Mundo por parte del Demonio; la Iglesia de Roma, que aceptaba la Biblia era, pues,“ la Sinagoga de Satanás”, la morada del Demonio; el animal hombre, creado por Satanás, tenía dos naturalezas: el cuerpo material y el Alma; a ellas se había unido el Espíritu Increado, que permanecía desde entonces prisionero de la Materia; el Espíritu, incapaz de liberarse, residía en el Alma, y el Alma animaba el cuerpo material, el cual se hallaba inmerso en el Mal del Mundo Material; el Espíritu se hallaba, así, hundido en el Infierno, condenado al dolor y al sufrimiento que Jehová Satanás imponía al animal hombre.
Los Cátaros, es decir, los Hombres“ Puros”, debían pretender el Bien. Eso significaba que el Espíritu debía regresar a su Origen, aborreciendo previamente el Mal del Mundo Material. Aseguraban que el Espíritu Santo estaba siempre dispuesto para auxiliar al Espíritu prisionero en la materia y que respondía a la solicitud de los Hombres Puros; entonces los Cátaros tenían el poder de transmitir el Espíritu Santo a los necesitados de ayuda por medio de la imposición de manos, acto al que denominaban“ Consolamentun”. Afirmaban, además, la existencia de un Kristos Eterno e Increado, al que llamaban“ Lucibel”, que solía descender voluntariamente al Infierno del Mundo Creado para liberar al Espíritu del hombre; rechazaban la cruz por constituir un símbolo del encadenamiento espiritual y del sufrimiento humano; eran iconoclastas a ultranza y no admitían ninguna forma de representación de las verdades espirituales; practicaban la pobreza y el ascetismo, y desconfiaban de las riquezas y bienes materiales, especialmente si procedían de personas que se decían religiosas; sostenían que la más elevada virtud era la comprensión y expresión de la Verdad, y que el más grande error era la aceptación y propagación de la mentira; reducían la alimentación al mínimo y recomendaban no abusar del sexo; prohibían la procreación de hijos porque contribuía a perpetuar el encadenamiento del Espíritu a la Materia.
Es evidente, Dr. Siegnagel, que los conceptos de la religión cátara no procedían de una herejía católica sino de la Sabiduría Hiperbórea. Sin embargo, a quienes desconocían tal filiación o estaban fanatizados y controlados por los Golen, no era difícil convencerlos de que se trataba de una diabólica herejía; especialmente si la mirada se posaba sobre la forma exterior del catarismo. Porque los Cátaros, con el fin declarado de competir con los católicos por el favor del pueblo, se habían organizado también como Iglesia. El porqué de esta decisión, que los iba a enfrentar de manera desventajosa con una Europa católica condicionada ya por la idea de que era legítimo montar“ Cruzadas” militares contra pueblos que profesaban otra religión, hay que buscarlo en las creencias ancestrales de la población occitana.
Indudablemente existían conexiones entre los Cátaros y los maniqueos bogomilos de Bulgaria, Bosnia, Dalmacia, Servia y Lombardía, mas esos contactos eran naturales entre pueblos o comunidades que compartían la herencia de la Sabiduría Hiperbórea y no implicaban dependencia alguna. El catarismo fue, más bien, un producto local del país de Oc, un fruto medieval del tronco racial ibero. La antigua población ibera de Oc, como la de Tharsis, no sufrió gran influencia celta, a diferencia de los iberos de otras regiones de las Hispanias y de las Galias que se confundieron racialmente con ellos y cayeron prontamente bajo el poder de los Golen. En Oc los Galos no consiguieron unirse con los iberos, pese a que dominaron
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