EL LLANO EN LLAMAS el-llano-en-llamas-de-juan-rulfo | Page 68
"Ellos deben estar allá. Descansando al sol, ya sin ningún
pendiente", pensó.
Y se dejó caer barranca abajo, rodando y corriendo y volviendo a
rodar.
"Obre Dios", decía. Y rodaba cada vez más en su carrera.
Le parecía seguir oyendo a los arrieros cuando le dijeron:
"¡Buenos días!" Sintió que sus ojos eran engañosos. Llegarán al primer
vigía y le dirán: "Lo vimos en tal y tal parte. No tardará el estar por
aquí."
De pronto se quedó quieto.
"¡Cristo!", dijo. Y ya iba a gritar: "¡Viva Cristo Rey!", pero se
contuvo. Sacó la pistola de la costalilla y se la acomodó por dentro,
debajo de la camisa, para sentirla cerquita de su carne. Eso le dio valor.
Se fue acercando hasta los ranchos del Agua Zarca a pasos queditos,
mirando el bullicio de los soldados que se calentaban junto a grandes
fogatas.
Llegó hasta las bardas del corral y pudo verlos mejor;
reconocerles la cara: eran ellos, su tío Tanis y su tío Librado. Mientras
los soldados daban ruelta alrededor de la lumbre, ellos se mecían,
colgados de un mezquite, en mitad del corral. No parecian ya darse
cuenta del humo que subía de las fogatas, que les nublaba los ojos
vidriosos y les ennegrecía la cara.
No quiso seguir viéndolos. Se arrastró a lo largo de la barda y se
arrinconó en una esquina, descansando el cuerpo, aunque sentía que un
gusano se le retorcía en el estómago.
Arriba de él, oyó que alguien decía:
—¿Qué esperan para descolgar a ésos?
—Estamos esperando que llegue el otro. Dicen que eran tres, así
que tienen que ser tres. Dicen que el que falta es un muchachito; pero
muchachito y todo, fue el que le tendió la emboscada a mi teniente
Parra y le acabó su gente. Tiene que caer por aquí, como cayeron esos
otros que eran más viejos y más colmilludos. Mi mayor dice que si no
viene de hoy a mañana, acabalamos con el primero que pase y así se
cumplirán las órdenes.
—¿Y por qué no salimos mejor a buscarlo? Así hasta se nos
quitaría un poco lo aburrido.
68