EL LIBRO DE ENOC
Capítulo 85
Después de eso vi otro sueño y todo ese sueño te lo voy a mostrar, hijo
mío.
Enoc levantó la voz y habló a su hijo Matusalén: «A ti quiero hablarte, hijo
mío, escucha mis palabras y pon atención a la visión del sueño de tu
padre.
Antes de tomar a tu madre Edna, vi una visión sobre mi cama y he ahí
que un toro salía de la tierra y ese toro era blanco. Tras el toro salió una
novilla y con ella dos terneros, uno de los cuales era negro y el otro rojo.
Entonces el ternero negro golpeó al rojo y le persiguió sobre la tierra y a
partir de allí no pude ver ese ternero rojo.
Luego el ternero negro creció y esa novilla se fue con él y vi salir de él
numerosos bueyes que se le semejaban y le seguían.
Y esa primera novilla se alejó del primer toro para buscar al ternero rojo,
pero no lo encontró y profirió por él un gran lamento y lo buscó.
Vi que vino el primer toro y la hizo callar y no volvió a gritar.
Ella parió en seguida otro toro blanco y después de éste, parió numerosos
toros y vacas negros.
Vi en mi sueño crecer a este toro blanco hasta llegar a ser un gran toro
blanco, del cual salieron numerosos toros blancos semejantes a él.
Y ellos comenzaron a engendrar numerosos toros blancos que se les
parecían y se seguían el uno al otro.
Capítulo 86
De nuevo estuve fijando mis ojos en el sueño y vi el cielo por encima y he
aquí que una estrella cayó del cielo en medio de los toros grandes y comió
y pastoreó en medio de ellos.
97