EL LIBRO DE ENOC
Cuando bajé, miré al cielo y vi al sol salir por el oriente y a la luna ocultarse
por el occidente y a algunas estrellas y a la totalidad de la tierra y todas
las cosas que Él ha creado desde el principio; entonces bendije al Señor
del juicio y lo ensalcé porque Él hace salir el sol por las ventanas del
oriente, de manera que ascienda y brille en la faz del cielo y vaya y se
mantenga por el camino que Él le ha señalado.
Capítulo 84
Levanté mis manos en justicia y bendije al Santo y al grande y hablé con
el aliento de mi boca y con la lengua de carne que Dios ha hecho para
los hijos de carne del hombre, para que la utilicen al hablar, y les ha dado
un aliento, una lengua y una boca para que hablen con ellas.
"Bendito seas, oh Señor, Rey grande y poderoso en tu grandeza, Rey de
reyes, Señor de todo el universo. Tu poder, reinado y grandeza
permanecen para siempre; tu dominio por todas las generaciones; los
cielos son tu trono eterno y la tierra el escabel de tus pies por los siglos
de los siglos.
"Porque eres tú quien ha creado y quien gobierna todas las cosas, no hay
obra que sea difícil para ti; la sabiduría no se aleja de tu trono ni se va de
tu presencia; Tú sabes, ves y oyes todas las cosas, nada está oculto para
ti, porque todo lo ves.
"Ahora los ángeles del cielo son reos de pecado y sobre la carne del
hombre recae tu cólera hasta el gran día del juicio.
"Ahora oh Dios, Señor y gran Rey, imploro y suplico que aceptes mi
oración, que me dejes una descendencia sobre la tierra, que no aniquiles
toda carne humana, que no vacíes la tierra y que la destrucción no sea
eterna.
"Ahora pues, oh Señor, extermina de la tierra la carne que ha despertado
tu cólera, pero la carne de justicia y rectitud, establécela como una planta
de semilla eterna y no ocultes tu rostro de la oración de tu siervo, ¡oh
Señor!
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