EL LIBRO DE ENOC
Capítulo 83
Ahora, Matusalén, hijo mío, te manifestaré todas las visiones que he
tenido y las recapitularé ante ti.
Tuve dos visiones antes de casarme, la una bastante diferente de la otra:
la primera cuando aprendía a escribir y la segunda antes de tomar a tu
madre. Tuve una visión terrible y al observarla oré al Señor.
Yo estaba acostado en la casa de mi abuelo Mahalalel y vi en una visión
cómo el cielo colapsaba, se soltaba y caía sobre la tierra.
Cuando cayó sobre la tierra, vi la tierra devorada por un gran abismo,
montañas suspendidas sobre montañas, colinas abatidas sobre colinas y
los grandes árboles separados de sus troncos, arrojados y hundidos en
el abismo.
Por eso una cayó dentro de mi boca y alcé mi voz para gritar y dije: «¡La
tierra está destruida!»
Entonces mi abuelo Mahalalel me despertó, pues yo estaba acostado
cerca de él; me dijo: «¿Por qué gritas así hijo mío, por qué profieres
semejante lamento?».
Le conté toda la visión que había tenido y me dijo: «Así como tú has visto
una cosa terrible, hijo mío, ya que es terrible la visión de tu sueño sobre
los misterios de todos los pecados de la tierra, así la tierra está a punto
de ser devorada por el abismo y aniquilada por una gran destrucción.
"Ahora, hijo mío, levántate y ruega al Señor de gloria, ya que tú eres fiel,
para que para que permanezca un resto sobre la tierra y que Él no
aniquile completamente la tierra.
«Hijo mío, desde el cielo vendrá todo eso sobre la tierra y sobre la tierra
habrá una gran ruina».
Después de que me levanté, oré, imploré y supliqué, y escribí mi oración
para las generaciones del mundo; y te mostraré todas estas cosas a ti
Matusalén, hijo mío.
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