EL LIBRO DE ENOC
«Yo consolidaré tu linaje ante mí para siempre, diseminaré a los que viven
contigo y no será estéril, sino será bendecida y multiplicada sobre la
superficie de la tierra en el nombre del Señor».
Él encarcelará a los Vigilantes que han demostrado injusticia, en este
valle ardiente que antes me había mostrado mi abuelo Enoc en el
occidente, cerca de las montañas de oro, plata, hierro, estaño y plomo.
Vi ese valle donde había gran perturbación y agitación de aguas.
Cuando todo esto ocurrió, de aquel ardiente metal fundido y desde la
agitación, en ese lugar se produjo un olor a azufre y se mezcló con las
aguas y ese valle donde estaban los Vigilantes que habían seducido a la
humanidad, arde bajo la tierra.
De sus valles salen ríos de fuego donde son castigados esos Vigilantes
que han seducido a quienes habitan sobre la tierra.
Esas aguas servirán en estos días a los reyes, a los poderosos y a los
dignatarios y a aquellos que habitan sobre la tierra, para salud del cuerpo
y para castigo del espíritu, pero su espíritu está lleno de codicia y su carne
será castigada porque han rechazado al Señor de los espíritus. Serán
castigados diariamente y aun así no creerán en el Señor de los espíritus.
Tanto como su cuerpo es quemado severamente, se produce un cambio
en su espíritu por los siglos de los siglos, porque nadie profiere una
palabra vana ante el Señor de los espíritus.
Porque el juicio vendrá sobre ellos a causa de que ellos creen en el deseo
de su carne y rechazan al Espíritu del Señor.
En esos días hubo en esas aguas un cambio, pues cuando los Vigilantes
son castigados en ellas las fuentes de agua cambian de temperatura, y
cuando los ángeles suben las aguas se vuelven frías.
Oí a Miguel hablar y decir: «Este juicio en el que los Vigilantes son
sentenciados es un testimonio para los reyes y los poderosos que
dominan la tierra; (2P 2:4)
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