EL JUGADOR - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Page 98

El jugador - Fedor Dostoiewski -¡Niéguese, niéguese a ir con ella! ¡Déjela! -¡Encontrará a otro! -exclamé. -Ce n’est pas la, ce n’est pas ça -atajó de nuevo Des Grieux-, que diable! No, no la abandone, pero al menos amonéstela, trate de persuadirla, apártela del juego... y, como último recurso, no la d eje perder demasiado, distráigala de algún modo. -¿Y cómo voy a hacer eso? Si usted mismo se ocupase de eso, monsieur Des Grieux... -agregué con la mayor inocencia. En ese momento noté una mirada rápida, ardiente e inquisitiva que mademoiselle Blanche dirigió a Des Grieux. Por la cara de éste pasó fugazmente algo peculiar, algo revelador que no pudo reprimir. -¡Ahí está la cosa; que por ahora no me aceptará! -exclamó Des Grieux gesticulando con la mano-. Si por acaso... más tarde... Des Grieux lanzó una mirada rápida y significativa a mademoiselle Blanche. -O mon cher monsieur Alexis, soyez si bon -la propia mademoiselle Blanche dio un paso hacia mí sonriendo encantadoramente, me cogió ambas manos y me las apretó con fuerza. ¡Qué demonio! Ese rostro diabólico sabía transfigurarse en un segundo. ¡En ese momento tomó un aspecto tan suplicante, tan atrayente, se sonreía de manera tan candorosa y aun tan pícara! Al terminar la frase me hizo un guiño disimulado, a hurtadillas de los demás; se diría que quería rematarme allí mismo. Y no salió del todo mal, sólo que todo ello era grosero y, por añadidura, horrible. Tras ella vino trotando el general, así como lo digo, trotando. -Aleksei Ivanovich, perdóneme por haber empezado a decirle hace un momento lo que de ningún modo me proponía decirle... Le ruego, le imploro, se lo pido a la rusa, inclinándome ante usted... ¡Usted y sólo usted puede salvarnos! Mlle. Blanche y yo se lo rogamos... ¿Usted me comprende, no es verdad que me StudioCreativo ¡Puro Arte! Página 98