El jugador - Fedor Dostoiewski
comprende? -imploró, señalándome con los ojos a mademoiselle
Blanche. Daba lástima.
En ese instante se oyeron tres golpes leves y respetuosos en la
puerta. Abrieron. Había llamado el camarero de servicio. Unos
pasos detrás de él estaba Potapych. Venían de parte de la abuela,
quien los había mandado a buscarme y llevarme a ella en seguida.
Estaba «enfadada», aclaró Potapych.
-¡Pero si son sólo las tres y media!
-La señora no ha podido dormir; no hacía más que dar vueltas; y
de pronto se levantó,,pidió la silla y mandó a buscarle a usted. Ya
está en el pórtico del hotel.
~Quelle mégére! -exclamó Des Grieux.
En efecto, encontré a la abuela en el pórtico, consumida de
impaciencia porque yo no estaba allí. No había podido aguantar
hasta las cuatro.
-¡Hala, levantadme! -chilló, y de nuevo nos pusimos en camino
hacia la ruleta.
Capítulo 12
La abuela estaba de humor impaciente e irritable; era evidente
que la ruleta le había causado honda impresión. Estaba inatenta
para todo lo demás, y en general, muy distraída; durante el
camino, por ejemplo, no hizo una sola pregunta como las que
había hecho antes. Viendo un magnífico carruaje que pasó junto a
nosotros como una exhalación apenas levantó la mano y
preguntó: «¿Qué es eso? ¿De quién?», pero sin atender por lo
visto a mi respuesta. Su ensimismamiento se veía interrumpido de
continuo por gestos y estremecimientos abruptos e impacientes.
Cuando ya cerca del Casino le mostré desde lejos al barón y a la
baronesa de Burmerhelm, los miró abstraída y dijo con completa
indiferencia: «¡Ah!». Se volvió de pronto a Potapych y Marfa, que
venían detrás, y les dijo secamente:
StudioCreativo ¡Puro Arte!
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