EL JUGADOR - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Page 91

El jugador - Fedor Dostoiewski -Merci, madame -dijo mlle. Blanche con una amable reverencia, torciendo la boca en una sonrisa irónica que cambió con Des Grieux y el general. Éste estaba abochornado y se puso muy contento cuando llegamos a la avenida. -Fedosya..., lo que es Fedosya sé que va a quedar asombrada -dijo la abuela acordándose de la niñera del general, conocida suya-. También a ella hay que regalarle un vestido. ¡Eh, Aleksei Ivanovich, Aleksei Ivanovich, dale algo a ese mendigo! Por el camino venía un pelagatos, encorvado de espalda, que nos miraba. -¡Dale un gulden; dáselo! Me llegué a él y se lo di. Él me miró con vivísima perplejidad, pero tomó el gulden en silencio. Olía a vino. -¿Y tú, Aleksei Ivanovich, no has probado fortuna todavía? -No, abuela. -Pues vi que te ardían los ojos. -Más tarde probaré sin falta, abuela. -Y vete derecho al zéro. ¡Ya verás! ¿Cuánto dinero tienes? -En total, sólo veinte federicos de oro, abuela. -No es mucho. Si quieres, te presto cincuenta federicos Tómalos de ese mismo rollo. ¡Y tú, amigo, no esperes, que no te doy nada! -dijo dirigiéndose de pronto al general. Fue para éste un rudo golpe, pero guardó silencio. Des Grieux frunció las cejas. -Que diable, cest une terrible vieille! -dijo entre dientes al general. -¡Un pobre, un pobre, otro pobre! -gritó la abuela-. Aleksei Ivanovich, dale un gulden a éste también. Esta vez se trataba de un viejo canoso, con una pata de palo, que vestía una especie de levita azul de ancho vuelo y que llevaba un largo bastón en la mano. Tenía aspecto de veterano del ejército. Pero cuando le alargué el gulden, dio un paso atrás y me miró amenazante. StudioCreativo ¡Puro Arte! Página 91