El jugador - Fedor Dostoiewski
ese barón en el paseo. A ver qué clase de von-barón es; aunque
sea sólo para echarle un vistazo. Y esa ruleta, ¿dónde está?
Le expliqué que las ruletas estaban instaladas en el Casino, en
las salas de juego. Menudearon las preguntas: ¿Había muchas?
¿Jugaba mucha gente? ¿Se jugaba todo el día? ¿Cómo estaban
dispuestas? Yo respondí al cabo que lo mejor sería que lo viera
todo con sus propios ojos, porque describirlo era demasiado difícil.
-Bueno, vamos derechos allá. ¡Tú ve delante, Aleksei Ivanovich!
-Pero ¿cómo, tía? ¿No va usted siquiera a descansar del viaje?
-interrogó solícitamente el general-. Parecía un tanto inquieto; en
realidad todos ellos reflejaban cierta confusión y empezaron a
cambiar miradas entre sí. Seguramente les parecía algo delicado,
acaso humillante, ir con la abuela directamente al Casino, donde
cabía esperar que cometiera alguna excentricidad, pero esta vez
en público; lo que no impidió que todos se ofrecieran a
acompañarla.
-¿Y qué falta me hace descansar? No estoy cansada; y además
llevo sentada cinco días seguidos. Luego iremos a ver qué
manantiales y aguas medicinales hay por aquí Y dónde están. Y
después... ¿cómo decías que se llamaba eso, Praskovya ... ?
¿Cúspide, no?
-Cúspide, abuela.
-Cúspide; bueno, pues cúspide. ¿Y qué más hay por aquí?
-Hay muchas cosas que ver, abuela -dijo Polina esforzándose por
decir algo.
-¡Vamos, que no lo sabes! Marfa, tú también irás conmigo -dijo a
su doncella.
~¿Pero por qué ella, tía? -interrumpió afanosamente el general-.
Y, de todos modos, quizá sea imposible. Puede ser que ni a
Potapych le dejen entrar en el Casino.
~¡Qué tontería! ¡Dejarla en casa porque es criada! Es un ser
humano como otro cualquiera. Hemos estado una semana viaja
que te viaja, y ella también quiere ver algo. ¿Con quién habría de
StudioCreativo ¡Puro Arte!
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