EL JUGADOR - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Page 75

El jugador - Fedor Dostoiewski -No, abuela, es mi propio pelo. -Bien, no me gustan las modas absurdas de ahora. Eres muy guapa. Si fuera un señorito me enamoraría de ti. ¿Por qué no te casas? Pero ya es hora de que me vaya. Me apetece dar un paseo después de tanto vagón... ¿Bueno, qué? ¿Sigues todavía enfadado? -preguntó mirando al general. -¡Por favor, tía, no diga tal! -exclamó el general rebosante de contento-. Comprendo que a sus años... -Cette vieílle est tombée en enfance -me dijo en voz baja Des Grieux. -Quiero ver todo lo que hay por aquí. ¿Me prestas a Aleksei Ivanovich? -inquirió la abuela del general. -Ah, como quiera, pero yo mismo... y Polina y monsieur Des Grieux... para todos nosotros será un placer acompañarla... -Mais, madame, cela sera un plaisir -insinuó Des Grieux con sonrisa cautivante. -Sí, sí, plaisir. Me haces reír, amigo. Pero lo que es dinero no te doy -añadió dirigiéndose inopinadamente al general-. Ahora, a mis habitaciones. Es preciso echarles un vistazo y después salir a ver todos esos sitios. ¡Hala, levantadme! Levantaron de nuevo a la abuela, y todos, en grupo, fueron siguiendo el sillón por la escalera abajo. El general iba aturdido, como si le hubieran dado un garrotazo en la cabeza. Des Grieux iba cavilando alguna cosa. Mademoiselle Blanche hubiera preferido quedarse, pero por algún motivo decidió irse con los demás. Tras ella salió en seguida el príncipe, y arriba, en las habitaciones del general, quedaron sólo el alemán y madame veuve Cominges. Capitulo 10 En los balnearios -y al parecer en toda Europa- los gerentes y jefes de comedor de los hoteles se guían, al dar acomodo al StudioCreativo ¡Puro Arte! Página 75