El jugador - Fedor Dostoiewski
Blanche todavía más que yo y, en fin de cuentas, se pasea con
ella y con miss Polina. El general es un infeliz. Ayer vi que
mademoiselle Blanche iba montada en un espléndido caballo junto
con míster Des Grieux y ese pequeño príncipe ruso, mientras que
el general iba tras ellos en un caballo de color castaño. Por la
mañana decía que le dolían las piernas, pero se tenía muy bien en
la silla. Pues bien, en ese momento me vino la idea de que ese
hombre está completamente arruinado. Además, nada de eso
tiene que ver conmigo, y sólo desde hace poco tengo el honor de
conocer a miss Polina. Por otra parte (dijo míster Astley
reportándose), ya le he advertido que no reconozco su derecho a
hacer ciertas preguntas, a pesar de que le tengo a usted
verdadero aprecio...
-Basta -dije levantándome-, ahora para mí está claro como el día
que también miss Polina sabe todo lo referente a mademoiselle
Blanche. Tenga usted la seguridad de que ninguna otra influencia
la haría pasearse con mademoiselle Blanche y suplicarme en una
nota que no toque al barón. Ésa cabalmente debe de ser la
influencia ante la que todos se inclinan. ¡Y pensar que fue ella la
que me azuzó contra el barón! ¡No hay demonio que lo entienda!
-Usted olvida, en primer lugar, que mademoiselle de Cominges
es la prometida del general, y en segundo, que miss Polina,
hijastra del general, tiene un hermano y una hermana de corta
edad, hijos del general, a quienes este hombre chiflado tiene
abandonados por completo y a quienes, según parece, ha
despojado de sus bienes.
-¡Sí, sí, eso es! Apartarse de los niños significa abandonarlos por
completo; quedarse significa proteger sus intereses y quizá
también salvar un jirón de la hacienda. ¡Sí, sí, todo eso es cierto!
¡Y, sin embargo, sin embargo! ¡Ah, ahora entiendo por qué todos
se interesan por la abuelita!
-¿Por quién?
StudioCreativo ¡Puro Arte!
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