El jugador - Fedor Dostoiewski
mademoiselle Zelma no notó la indignación y, mirando al barón
con la consabida sonrisa, le pidió que le pusiera diez louis dor al
rojo. Como consecuencia de esto y por queja de la baronesa,
aquella noche fue invitada a no presentarse más en el Casino. Si
le extraña a usted que me sean conocidos estos detalles nimios y
francamente indecorosos, sepa que, en versión definitiva, los oí de
labios de míster Feeder, un pariente mío que esa misma noche
condujo en su coche a mademoiselle Zelma de Roulettenburg a
Spa. Ahora mire: mademoiselle Blanche quiere ser generala,
seguramente para no recibir en adelante invitaciones como la que
recibió hace dos años de la policía del Casino. Ya no juega, pero
es porque, según todos los indicios, tiene ahora un capital que da
a usura a los jug