El jugador - Fedor Dostoiewski
mi aventura con el barón, mi despido, la insólita pusilanimidad del
general y, por último, le referí minuciosamente la visita de Des
Grieux esa misma mañana, sin omitir ningún detalle. En
conclusión le enseñé la nota.
-¿Qué saca de esto? -pregunté-. He venido precisamente para
averiguar lo que usted piensa. En lo que a mí toca, me parece que
hubiera matado a ese franchute y quizá lo haga todavía.
-Yo también -dijo míster Astley-. En cuanto a miss Polina, usted
sabe que entramos en tratos aun con gentes que nos son odiosas,
si a ello nos obliga la necesidad. Ahí puede haber relaciones que
ignoramos y que dependen de circunstancias ajenas al caso. Creo
que puede estar usted tranquilo -en parte, claro-. En cuanto a la
conducta de ella ayer, no cabe duda de que es extraña, no porque
quisiera librarse de usted exponiéndole al garrote del barón
(quien, no sé por qué, no lo utilizó aunque lo tenía en la mano),
sino porque semejante travesura en una miss tan... tan excelente
no es decorosa. Claro que ella no podía suponer que usted pondría
literalmente en práctica sus antojos...
-¿Sabe usted? -grité de repente, clavando la mirada en míster
Astley-. Me parece que usted ya ha oído hablar de todo esto. ¿Y
sabe quién se lo ha dicho? La misma miss Polina.
Míster Astley me miró extrañado.
-Le brillan a usted los ojos y en ellos veo la sospecha -dijo, y en
seguida volvió a su calma anterior-, pero no tiene usted el menor
derecho a revelar sus sospechas. No puedo reconocer ese derecho
y me niego en redondo a contestar a su pregunta.
-¡Bueno, basta! ¡Por otra parte no es necesario! -exclamé
extrañamente agitado y sin comprender por qué se me había
ocurrido tal cosa. ¿Cuándo, dónde y cómo hubiera podido míster
Astley ser elegido por Polina como confidente? Sin embargo, a
veces en días recientes había perdido de vista a míster Astley, y
Polina siempre había sido un enigma para mí, un enigma tal que
ahora, por ejemplo, habiéndome lanzado a contar a míster Astley
StudioCreativo ¡Puro Arte!
Página 59