EL JUGADOR - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Page 43

El jugador - Fedor Dostoiewski cosecha. El diablo sabe lo que me impulsó a hacerlo. Fue sencillamente un patinazo. -Hein! -gritó o, mejor dicho, graznó el barón, volviéndose hacia mí con mortificado asombro. Yo también me volví y me detuve en respetuosa espera, sin dejar de mirarle y sonreír. Él, por lo visto, estaba perplejo y alzó desmesuradamente las cejas. Su rostro se iba entenebreciendo. La baronesa se volvió también hacia mí y me miró asimismo con irritada sorpresa. Algunos de los transeúntes se pusieron a observarnos. Otros hasta se detuvieron. -Heín! -graznó de nuevo el barón, con redoblado graznido y redoblada furia. -Ja wohl -dije yo arrastrando las sílabas sin apartar mis ojos de los suyos. -Sind Sie rasend? -gritó enarbolando el bastón y empezando por lo visto a acobardarse. Quizá le desconcertaba mi atavío. Yo estaba vestido muy pulcramente, hasta con atildamiento, como hombre de la mejor sociedad. -Ja wo-o-ohl! -exclamé de pronto a voz en cuello, arrastrando la o a la manera de los berlineses, quienes a cada instante introducen en la conversación las palabras ja wohl, alargando más o menos la o para expresar diversos matices de pensamiento y emoción. El barón y la baronesa, atemorizados, giraron sobre sus talones rápidamente y casi salieron huyendo. De los circunstantes, algunos hacían comentarios y otros me miraban estupefactos. Pero no lo recuerdo bien. Yo di la vuelta y a mi paso acostumbrado me dirigí a Polina Aleksandrovna; pero aún no había cubierto cien pasos de la distancia que me separaba de su banco cuando vi que se levantaba y se encaminaba con los niños al hotel. La alcancé en la escalinata. -He llevado a cabo ... la payasada -dije cuando estuve a su lado. StudioCreativo ¡Puro Arte! Página 43