El jugador - Fedor Dostoiewski
cotorra. Por fin, solté una risotada, con lo que terminó aquello;
esto es, primero me tomó por un imbécil, pero al final quedó con
la impresión de que era hombre bueno y acomodaticio. En
resumen, que tuve la suerte de acabar mereciendo el absoluto
beneplácito de esta digna señorita (Blanche, por otra parte, era en
efecto una chica excelente, claro que en su género; yo no la
aprecié como tal al principio). «Eres bueno y listo -me decía hacia
el final- y.. y.. ¡sólo lamento que seas tan pazguato! ¡Nunca harás
fortuna!»
«Un vrai Russe, un calmouk!» Algunas veces me mandaba sacar
al general de paseo por las calles, ni más n