El jugador - Fedor Dostoiewski
enfermedad. Le era imposible razonar o incluso mantener una
conversación si era un poco seria; en tal caso se limitaba a mover
la cabeza y a decir «¡hum!» a cada palabra, con lo que salía del
paso. Reía a menudo con risa nerviosa, enfermiza, que tenía algo
de carcajada; a veces también permanecía sentado horas enteras,
tétrico como la noche, frunciendo sus pobladas cejas. Por
añadidura, era ya poco lo que recordaba; llegó a ser
escandalosamente distraído y adquirió la costumbre de hablar
consigo mismo. Blanche era la única que podía animarle; y, en
realidad, los accesos de depresión y taciturnidad, cuando se
acurrucaba en un rincón, significaban sólo que no había visto a
Blanche en algún tiempo, que ésta había ido a algún sitio sin
llevarle consigo o que se había ido sin hacerle alguna caricia. Por
otra parte, ni él mismo hubiera podido decir qué quería y ni
siquiera se daba cuenta de que estaba triste y decaído. Después
de permanecer sentado una hora o dos (noté esto un par de veces
cuando Blanche estuvo fuera todo el día, probablemente con
Albert), empezaba de pronto a mirar a su alrededor, a agitarse, a
aguzar la mirada, a hacer memoria, como si quisiera encontrar
alguna cosa; pero al no ver a nadie y al no recordar siquiera lo
que quería preguntar, volvía a caer en la distracción hasta que se
presentaba Blanche, alegre, vivaracha, emperifollada, con su risa
sonora, quien iba corriendo a él, se ponía a zarandearlo y hasta lo
besaba, galardón, sin embargo, que raras veces le otorgaba. En
una ocasión el general llegó a tal punto en su regocijo que hasta
se echó a llorar, de lo cual quedé maravillado.
Tan pronto como el general apareció en París, Blanche se puso a
abogar su causa ante mí. Recurrió incluso a la elocuencia; me
recordaba que le había engañado por mí, que había sido casi
prometida suya, que le había dado su palabra; que por ella había
él abandonado a su familia y, por último, que yo había servido en
casa de él y debía recordarlo; y que ¿cómo no me daba vergüenza
... ? Yo me limitaba a callar mientras ella hablaba como una
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