El jugador - Fedor Dostoiewski
-¡Noooo! Me fastidias -contesté apartándola de mí con el brazo.
Esto le pareció tan curioso que al momento se sentó junto a mí.
-Mira, si he decidido pagar tanto es porque los vendían de lance.
Se pueden revender en veinte mil francos.
-Sin duda, sin duda. Los caballos son soberbios. Ahora tienes un
magnífico tronco. Te va bien. Bueno, basta.
-¿Entonces no estás enfadado?
-¿Por qué había de estarlo? Haces bien en adquirir las cosas que
estimas indispensables. Todo te será de utilidad más tarde. Yo veo
que, efectivamente, necesitas establecerte bien; de otro modo no
llegarás a millonaria. Nuestros cien mil francos son nada más que
el principio, una gota de agua en el mar.
Lo menos que Blanche esperaba de mí eran tales razonamientos
en vez de gritos y reproches; para ella fue como caer del cielo.
-Pero tú... ¡hay que ver cómo eres! Mais tu as I'esprit pour
comprendre! Sais-tu, mon garçon, aunque sólo eres un outchitel,
deberías haber nacido príncipe. ¿Conque no lamentas que el
dinero se nos acabe pronto?
-Cuanto antes, mejor.
-Mais... sais-tu... mais dis donc, ¿es que eres rico? Mais, sais-tu,
desprecias el dinero demasiado. Qu'est-ce que tu feras après, dis
donc?
-Aprés, voy a Homburg y vuelvo a ganar cien mil francos.
-Oui, oui! c'est ça, c'est magnifique! Y yo sé que los ganarás y
que los traerás aquí. Dis donc, vas a hacer que te quiera. Eh bien,
por ser como eres te voy a querer todo este tiempo y no te seré
infiel ni una sola vez. Ya ves, no te he querido hasta ahora parce
queje croyais que tu n'es qu'un outchitel (quelque chose comme
un laquais, n'est-ce pas?), pero a pesar de ello te he sido fiel,
parce queje suís bonnefille.
-¡Anda, que mientes! ¿Es que crees que no te vi la última vez
con Albert, con ese oficialito moreno?
-Oh, Oh, mais tu es...
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