El jugador - Fedor Dostoiewski
ventana? Miss Polina me estuvo pidiendo toda la noche que la
abriera y que mirase a ver si estaba usted bajo ella, y se reía a
carcajadas.
-¿De veras? No, no estuve debajo de la ventana; pero sí estuve
esperando en el pasillo y dando vueltas.
-Pues es preciso ponerla en tratamiento, rníster Astley.
- Oh, sí! Ya he llamado al médico; y si muere, le haré a usted
responsable de su muerte.
Me quedé perplejo.
-Vamos, Míster Astley, ¿qué es lo que quiere usted?
-¿Es cierto que ganó usted ayer 200.000 táleros?
-Sólo 100.000 florines.
-Vaya, hombre. Se irá usted, pues, esta mañana a París.
-¿Por qué?
-Todos los rusos que tienen dinero van a París -explicó míster
Astley con la voz y el tono que emplearía si lo hubiera leído en un
libro.
-¿Qué haría yo en París ahora, en verano? La quiero, míster
Astley, usted mismo lo sabe.
-¿De veras? Estoy convencido de que no. Además, si se queda
usted aquí lo perderá probablemente todo y no tendrá con qué ir a
París. Bueno, adiós. Estoy completamente seguro de que irá usted
a París hoy.
-Pues bien, adiós, pero no iré a París. Piense, míster Astley, en lo
que ahora será de nosotros. En una palabra, el general... y ahora
esta aventura con miss Polina; porque lo sabrá toda la ciudad.
-Sí, toda la ciudad. Creo, sin embargo, que el general no piensa
en eso y que le trae sin cuidado. Además, miss Polina tiene el
perfecto derecho de vivir donde le plazca. En cuanto a esa familia,
cabe decir que en rigor ya no existe.
Me fui, riéndome del extraño convencimiento que tenía este
inglés de que me iría a París. «Con todo, quiere matarme de un
tiro en duelo -pensaba- si mademoiselle Polina muere, ¡vaya
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