El jugador - Fedor Dostoiewski
Bueno, habló de míster Astley sin interrupción (sobre todo
cuando trató de contarme algo de esa velada), pero no pude
enterarme de lo que quería decir exactamente. Parecía incluso que
se reía de él. Repetía sin cesar que la estaba esperando... ¿sabía
yo que de seguro estaba ahora mismo debajo de la ventana? «
¡Sí, sí, debajo de la ventana; anda, abre, mira, mira, que está ahí,
ahí! » Me empujaba hacia la ventana, pero no bien hacía yo un
movimiento, se derretía de risa y yo permanecía junto a ella y ella
se lanzaba a abrazarme.
-¿Nos vamos? Porque nos vamos mañana, ¿no? -idea que se le
metió de repente en la cabeza-. Bueno (y se puso a pensar).
Bueno, pues alcanzamos a la abuela, ¿qué te parece? Creo que la
alcanzaremos en Berlín. ¿Qué crees que dirá cuando nos vea? ¿Y
míster Astley? Bueno, ése no se tirará desde lo alto del
Schlangenberg, ¿no crees? (soltó una carcajada). Oye, ¿sabes
adónde va el verano que viene? Quiere ir al Polo Norte a hacer
investigaciones científicas y me invita a acompañarle, ¡ja, ja, ja!
Dice que nosotros los rusos no podemos hacer nada sin los
europeos y que no somos capaces de nada... ¡Pero él también es
bueno! ¿Sabes que disculpa al general? Dice que si Blanche, que
si la pasión..., pero no sé, no sé -repitió de pronto como
perdiendo el hilo-. ¡Son pobres! ¡Qué lástima me da de ellos! Y la
abuela... Pero oye, oye, ¿tú no habrías matado a Des Grieux? ¿De
veras, de veras pensabas matarlo? ¡Tonto! ¿De veras podías creer
que te dejaría batirte con él? Y tampoco matarás al barón -añadió,
riendo-. ¡Ay, qué divertido estuviste entonces con el barón! Os
estaba mirando a los dos desde el banco. ¡Y de qué mala gana
fuiste cuando te mandé! ¡Cómo me reí, cómo me reí entonces!
-añadió entre carcajadas.
Y vuelta de nuevo a besarme y abrazarme, vuelta de nuevo a
apretar su rostro contra el mío con pasión y ternura. Yo no
pensaba en nada ni nada oía. La cabeza me daba vueltas...
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