EL JUGADOR - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Page 137

El jugador - Fedor Dostoiewski Comprendí que le había sucedido algo en mi ausencia. Parecía no estar enteramente en su juicio. -¡Cómprame! ¿Quieres? ¿Quieres? ¿Por cincuenta mil francos como Des Grieux? -exclamaba con voz entrecortada por sollozos convulsivos. Yo la cogí en mis brazos, la besé las manos, y caí de rodillas ante ella. Se le pasó el acceso de histeria. Me puso ambas manos en los hombros y me miró con fijeza. Quería por lo visto leer algo en mi rostro. Me escuchaba, pero al parecer sin oír lo que le decía. Algo como ansiedad y preocupación se reflejaba en su semblante. Me causaba sobresalto, porque se me antojaba que de veras iba a perder el juicio. De pronto empezó a atraerme suavemente hacia sí, y una sonrisa confiada afloró a su cara; pero una vez más, inesperadamente, me apartó de sí y se puso a escudriñarme con mirada sombría. De repente se abalanzó a abrazarme. -¿Conque me quieres? ¿Me quieres? -decía-. ¡Conque querías batirte con el barón por mí! -Y soltó una carcajada, como si de improviso se hubiera acordado de algo a la vez ridículo y simpático. Lloraba y reía a la vez. Pero yo ¿qué podía hacer? Yo mismo estaba como febril. Recuerdo que empezó a contarme algo, pero yo apenas pude entender nada. Aquello era una especie de delirio, de garrulidad, como si quisiera contarme cosas lo más de prisa posible, un delirio entrecortado por la risa más alegre, que acabó por atemorizarme. -¡No, no, tú eres bueno, tú eres bueno! -repetía-. ¡Tú eres mi amigo fiel! -y volvía a ponerme las manos en los hombros, me miraba y seguía repitiendo: «Tú me quieres... me quieres... ¿me querrás?». Yo no apartaba los ojos de ella; nunca antes había visto en ella estos arrebatos de ternura y amor. Por supuesto, era un delirio, y sin embargo ... Notando mi mirada apasionada, empezó de pronto a sonreír con picardía. Inopinadamente se puso a hablar de míster Astley. StudioCreativo ¡Puro Arte! Página 137