EL JUGADOR - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Page 136

El jugador - Fedor Dostoiewski abalancé a la puerta y la cerré con dos vueltas de llave. Luego me detuve, sumido en mis reflexiones, delante de mi pequeña maleta. -¿No convendría quizá meterlo en la maleta hasta mañana? -pregunté volviéndome a Polina, de quien me acordé de pronto. Ella seguía inmóvil en su asiento, en el mismo sitio, pero me observaba fijamente. Había algo raro en la expresión de su rostro, y esa expresión no me gustaba. No me equivoco si digo que en él se retrataba el aborrecimiento. Me acerqué de prisa a ella. -Polina, aquí tiene veinticinco mil florines, o sea, cincuenta mil francos; más todavía. Tómelos y tíreselos mañana a la cara. No me contestó. -Si quiere usted, yo mismo se los llevo mañana temprano. ¿Qué dice? De pronto se echó a reír y estuvo riendo largo rato. Yo la miraba asombrado y apenado. Esa risa era muy semejante a aquella otra frecuente y sarcástica con que siempre recibía mis declaraciones más apasionadas. Cesó de reír por fin y arrugó el entrecejo. Me miraba con severidad, ceñudamente. -No tomaré su dinero -dijo con desprecio. -¿Cómo? ¿Qué pasa? -grité-. Polina, ¿por qué no? -No tomo dinero de balde. -Se lo ofrezco como amigo. Le ofrezco a usted mi vida. Me dirigió una mirada larga y escrutadora como si quisiera atravesarme con ella. -Usted paga mucho -dijo con una sonrisa irónica-. La amante de Des Grieux no vale cincuenta mil francos. -Polina, ¿cómo es posible que hable usted así conmigo? -exclamé en tono de reproche-. ¿Soy yo acaso Des Grieux? -¡Le detesto a usted! ¡Sí .... sí ... ! No le quiero a usted más que a Des Grieux -exclamó con ojos relampagueantes. Y en ese instante se cubrió la cara con las manos y tuvo un ataque de histeria. Yo corrí a su lado. StudioCreativo ¡Puro Arte! Página 136