El jugador - Fedor Dostoiewski
me di plena cuenta de que iba a su encuentro, de que pronto
estaría con ella, de que le contaría, le mostraría .... pero apenas
recordaba ya lo que me había dicho poco antes, ni por qué yo
había salido; todas esas sensaciones recientes, de hora y media
antes, me parecían ahora algo sucedido tiempo atrás, algo
superado, vetusto, algo que ya no recordaríamos, porque ahora
todo empezaría de nuevo. Cuando ya llegaba casi al final de la
avenida me sentí de pronto sobrecogido de espanto: «¿Y si ahora
me mataran y robaran?». Con cada paso mi temor se redoblaba.
Iba corriendo. Pero al final de la avenida surgió de pronto nuestro
hotel, rutilante de luces innumerables. ¡Gracias a Dios, estaba en
casa!
Subí corriendo a mi piso y abrí de golpe la puerta. Polina estaba
allí, sentada en el sofá y cruzada de brazos ante una bujía
encendida. Me miró con asombro y, por supuesto, mi aspecto
debía de ser bastante extraño en ese momento. Me planté frente
a ella y empecé a arrojar sobre la mesa todo mi montón de
dinero.
Capítulo 15
Recuerdo que me miró cara a cara, con terrible fijeza, pero sin
moverse de su sitio para cambiar de postura.
-He ganado 200.000 francos -exclamé, arrojando el último
envoltorio. La ingente masa de billetes y paquetes de monedas de
oro cubría toda la mesa. Yo no podía apartar los ojos de ella.
Durante algunos minutos olvidé por completo a Polina. Ora
empezaba a poner orden en este cúmulo de billetes de banco
juntándolos en fajos, ora ponía el oro aparte en un montón
especial, ora lo dejaba todo y me ponía a pasear rápidamente por
la habitación; a ratos reflexionaba, luego volvía a acercarme
impulsivamente a la mesa y empezaba a contar de nuevo el
dinero. De pronto, como si hubiera recobrado el juicio, me
StudioCreativo ¡Puro Arte!
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