El jugador - Fedor Dostoiewski
¡Pero es que ella tampoco podía vivir sin mí! Me necesitaba y,
¿pero es posible que sólo como bufón o hazmerreír?
Tenía un secreto, ello era evidente. Su conversación con la
abuela fue para mí una dolorosa punzada en el corazón. Mil veces
la había instado a ser sincera conmigo y sabía que estaba de
veras dispuesto a dar la vida por ella; y, sin embargo, siempre me
tenía a raya, casi con desprecio, y en lugar del sacrificio de mi
vida que le ofrecía me exigía una travesura como la de tres días
antes con el barón. ¿No era esto una ignominia? ¿Era posible que
todo el mundo fuese para ella ese francés? ¿Y míster Astley? Pero
al llegar a este punto, el asunto se volvía absolutamente
incomprensible, y mientras tanto... ¡ay, Dios, qué sufrimiento el
mío!
Cuando llegué a casa, en un acceso de furia cogí la pluma y le
garrapateé estos renglones:
«Polina Aleksandrovna, veo claro que ha llegado el desenlace,
que, por supuesto, la afectará a usted también. Repito por última
vez: ¿necesita usted mi vida o no? Si la necesita, para lo que sea,
disponga de ella. Mientras tanto esperaré en mi habitación, al
menos la mayor parte del tiempo, y no iré a ninguna parte. Si es
necesario, escríbame o llámeme.»
Sellé la nota y la envié con el ca