El jugador - Fedor Dostoiewski
casos así está la policía! ». La abuela lo arrojó por fin de su lado
con un bastón (con un bastón de verdad). El general y Des Grieux
tuvieron una o dos consultas más esa mañana sobre si
efectivamente era posible recurrir de algún modo a la policía. He
aquí, decían, que una infeliz, aunque respetable anciana, víctima
de la senilidad, se había jugado todo su dinero, etc., etc. En
suma, ¿no se podía encontrar un medio de vigilarla o
contenerla?... Pero Des Grieux se limitaba a encogerse de
hombros y se reía en las barbas del general, que ya desbarraba
abiertamente corriendo de un extremo al otro del gabinete. Des
Grieux acabó por encogerse de hombros y escurrir el bulto. A la
noche se supo que había abandonado definitivamente el hotel,
después de haber tenido una conversación grave y secreta con
mademoiselle Blanche. Mademoiselle Blanche, por su parte, tomó
medidas definitivas a partir de esa misma mañana. Despidió sin
más al general y ni siquiera le permitió que se presentara ante
ella. Cuando el general corrió a buscarla en el Casino y la encontró
del brazo del príncipe, ni ella ni madame veuve Cominges le
reconocieron. El príncipe tampoco le saludó. Todo ese día
mademoiselle Blanche estuvo trabajando al príncipe para que éste
acabara por declararse (sin ambages). Pero, ¡ay!, se equivocó
cruelmente en sus cálculos. Esta pequeña catástrofe sucedió
también esa noche. De pronto se descubrió que el príncipe era
más pobre que Job y que, por añadidura, contaba con pedirle
dinero a ella, previa firma de un pagaré, y probar fortuna a la
ruleta. Blanche, indignada, le mandó a paseo y se encerró en su
habitación.
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