El jugador - Fedor Dostoiewski
fuertes como confusas. La catástrofe, cuya inminencia presentía,
se produjo efectivamente, pero cien veces más devastadora e
inesperada de lo que había pensado. En todo ello había algo
extraño, ruin y hasta trágico, por lo menos en lo que a mí atañía.
Me ocurrieron algunos lances casi milagrosos, o así los he
considerado desde entonces, aunque bien mirado y, sobre todo, a
juzgar por el remolino de sucesos a que me vi arrastrado
entonces, quizá ahora quepa decir solamente que no fueron del
todo ordinarios. Para mí, sin embargo, lo más prodigioso fue mi
propia actitud ante estas peripecias. ¡Hasta ahora no he logrado
comprenderme a mí mismo! Todo ello pasó flotando como un
sueño, incluso mi pasión, que fue pujante y sincera, pero... ¿qué
ha sido ahora de ella? Es verdad que de vez en cuando cruza por
mi mente la pregunta: «¿No estaba loco V