EL JUGADOR - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Page 109

El jugador - Fedor Dostoiewski no tienes donde meterte; y ahora es indecoroso que estés con ellos. ¡Espera -interrumpió la abuela cuando Polina iba a contestar-, que no he acabado todavía! No te exigiré nada. Tengo casa en Moscú, como sabes, un palacio donde puedes ocupar un piso entero y no venir a verme durante semanas y semanas si no te gusta mi genio. ¿Qué, quieres o no? -Permita que le pregunte primero si de veras quiere usted irse en seguida. -¿Es que estoy bromeando, niña? He dicho que me voy y me voy. Hoy he despilfarrado quince mil rublos en vuestra condenada ruleta. Hace cinco años hice la promesa de reedificar en piedra, en las afueras de Moscú, una iglesia de madera, y en lugar de eso me he jugado el dinero aquí. Ahora nina, me voy a construir esa iglesia. -¿Y las aguas, abuela? Porque, al fin y al cabo, vino usted a beberlas. -¡Quítate allá con tus aguas! No me irrites, Praskovya. Lo haces adrede, ¿no es verdad? Dime, ¿te vienes o no? -Le agradezco mucho, pero mucho, abuela -dijo Polina emocionada-, el refugio que me ofrece. En parte ha adivinado mi situación. Le estoy tan agradecida que, créame, iré a reunirme con usted y quizá pronto; pero ahora de momento hay motivos... importantes... y no puedo decidirme en este instante mismo. Si se quedara usted un par de semanas más... -Lo que significa que no quieres, -Lo que significa que no puedo. En todo caso, además, no puedo dejar a mi hermano y mi hermana, y como... como... como efectivamente puede ocurrir que queden abandonados, pues ... ; si nos recoge usted a los pequeños y a mí, abuela, entonces sí, por supuesto, iré a reunirme con usted, ¡y créame que haré merecimientos para ello! -añadió con ardor-; pero sin los niños no puedo. StudioCreativo ¡Puro Arte! Página 109