El jugador - Fedor Dostoiewski
Llegamos a la casa donde estaba la agencia de cambio. Entré a
cambiar y la abuela se quedó a la puerta. Des Grieux, el general y
mademoiselle Blanche se mantuvieron apartados sin saber qué
hacer. La abuela les miró con ira y ellos tomaron el camino del
Casino.
Me propusieron una tarifa de cambio tan atroz que no me decidí
a aceptarla y salí a pedir instrucciones a la abuela.
-¡Qué ladrones! -exclamó levantando los brazos-. ¡En fin, no hay
nada que hacer! ¡Cambia! -gritó con resolución-. Espera, dile al
cambista que venga aquí.
-¿Uno cualquiera de los empleados, abuela?
-Cualquiera, dalo mismo. ¡Qué ladrones!
El empleado consintió en salir cuando supo que quien lo llamaba
era una condesa anciana e impedida que no podía andar. La
abuela, muy enojada, le reprochó largo rato y en voz alta por lo
que